sábado, 27 de junio de 2015

EL MARICA, ABELARDO CASTILLO. (LECTURA COMPLEMENTARIA, TEMA PREJUICIOS)

EL MARICA 
Abelardo Castillo.

 Escuchame, César: yo no sé por dónde andarás ahora, pero cómo me gustaría que leyeras esto. Sí. Porque hay cosas, palabras, que uno lleva mordidas adentro, y las lleva toda la vida. Pero una noche siente que debe escribirlas, decírselas a alguien porque si no las dice van a seguir ahí, doliendo, clavadas para siempre en la vergüenza. Y entonces yo siento que tengo que decírtelo. Escuchame.

 Vos eras raro. Uno de esos pibes que no pueden orinar si hay otro en el baño. En la laguna, me acuerdo, nunca te desnudabas delante de nosotros. A ellos les daba risa, y a mí también, claro; pero yo decía que te dejaran, que cada uno es como es. Y vos eras raro. Cuando entraste a primer año, venías de un colegio de curas; San Pedro debió de parecerte, no sé, algo así como Brobdignac. No te gustaba trepar a los árboles, ni romper faroles a cascotazos, ni correr carreras hacia abajo entre los matorrales de la barranca. Ya no recuerdo cómo fue. Cuando uno es chico, encuentra cualquier motivo para querer a la gente. Solo recuerdo que de pronto éramos amigos y que siempre andábamos juntos. Una mañana hasta me llevaste a misa. Al pasar frente al café, el colorado Martínez dijo con voz de flauta: “Adiós, los novios”. A vos se te puso la cara como fuego. Y yo me di vuelta, puteándolo, y le pegué tan tremendo sopapo, de revés, en los dientes, que me lastimé la mano. Después, vos me la querías vendar. Me mirabas.

 –Te lastimaste por mí, Abelardo.

 Cuando hablaste sentí frío en la espalda: yo tenía mi mano entre las tuyas y tus manos eran blancas, delgadas. No sé. Demasiado blancas, demasiado delgadas.

 –Soltame –dije.

 A lo mejor no eran tus manos, a lo mejor era todo: tus manos y tus gestos y tu manera de moverte, de hablar. Yo ahora pienso que antes también lo entendía, y alguna vez lo dije: dije que todo eso no significaba nada, que son cuestiones de educación, de andar siempre entre mujeres, entre curas. Pero ellos se reían y uno también, César, acaba riéndose. Acaba por reírse de macho que es.

 Y pasa el tiempo y una noche cualquiera es necesario recordar, decirlo todo.

 Fuimos inseparables. Hasta el día en que pasó aquello yo te quise de verdad. Oscura e inexplicablemente como quieren los que todavía están limpios. Me gustaba ayudarte. A la salida del colegio íbamos a tu casa y yo te enseñaba las cosas que no comprendías. Hablábamos. Entonces era fácil contarte, escuchar todo lo que a los otros se les calla. A veces me mirabas con una especie de perplejidad, con una mirada rara; la misma mirada, acaso, con la que yo no me atrevía a mirarte. Una tarde me dijiste:

 –Sabés, te admiro.

 No pude aguantar tus ojos; mirabas de frente, como los chicos y decías las cosas del mismo modo. Eso era.

 –Es un marica.

 –Déjense de macanas. Qué va a ser marica.

 –Por algo lo cuidás tanto… 

Y se reían. Y entonces daban ganas de decir que todos nosotros, juntos, no valíamos la mitad de lo que valía él, de lo que valías, pero en aquel tiempo la palabra era difícil, y la risa fácil. Y uno también acepta -uno también elige-, acaba por enroñarse, quiere la brutalidad de esa noche, cuando vino el negro y dijo me pasaron un dato. Me pasaron un dato, dijo, que por las quintas hay una gorda que cobra cinco pesos, vamos y de paso lo hacemos debutar al machón, al César. Y yo dije macanudo.

 –César, esta noche vamos a dar una vuelta con los muchachos. Quiero que vengas.

 –¿Con los muchachos?…

 –Sí. Qué tiene.

 –Y bueno, vamos.

 Porque no solo dije macanudo, sino que te llevé engañado. Y fuimos. Y vos te diste cuenta de todo cuando llegamos al rancho. La luna enorme, me acuerdo: alta entre los árboles.

 –Abelardo, vos lo sabías.

 –Callate y entrá.

 –¡Lo sabías!

 –Entrá, te digo.

 El marido de la gorda, grandote como la puerta, nos miraba socarronamente. Dijo que eran cinco pesos. Cinco pesos por cabeza, pibes: siete por cinco treinta y cinco. Verle la cara a Dios, había dicho el negro. De la pieza salió un chico, tendría cuatro o cinco años. Moqueando, se pasaba el revés de la mano por la boca. Nunca me voy a olvidar de aquel gesto. Sus piecitos desnudos eran del mismo color que el piso de tierra.

 El negro hizo punta. Yo sentía una cosa, una pelota en el estómago. No me atrevía a mirarte. Los demás hacían chistes brutales. Desacostumbradamente brutales, en voz de secreto. Estaban, todos estábamos asustados como locos. A Roberto le tembló el fósforo cuando me dio fuego.

 –Debe estar sucia.

 Después, el negro salió de la pieza y venía sonriendo. Triunfador. Abrochándose. Nos guiñó un ojo.

 –Pasa vos, Cacho.

 –No, yo no. Yo, después.

 Entró el colorado, después Roberto. Y cuando salían, salían distintos. Salían no sé, salían hombres. Sí, esa era la impresión que yo tenía.

 Después entré yo. Y cuando salí, vos no estabas.

 –¿Dónde está César?

 No recuerdo si grité, pero quise gritar. Alguien me había contestado: disparó. Y el ademán -un ademán que pudo ser idéntico al del negro- se me heló en la punta de los dedos, en la cara, me lo borró el viento del patio, porque de pronto yo estaba fuera del rancho.

 –Vos también te asustaste, pibe.

 Tomando mate contra un árbol vi al marido de la gorda; el chico jugaba entre sus piernas.

 –Qué me voy a asustar. Busco al otro, al que se fue.

 –Agarró pa ayá –con la misma mano que sostenía la pava, señaló el sitio. Y el chico sonreía. El chico también dijo pa ayá.

 Te alcancé frente al Matadero Viejo; quedaste arrinconado contra un cerco. Me mirabas. Siempre me mirabas.

 –Lo sabías.

 –Volvé.

 –No puedo, Abelardo, te juro que no puedo.

 –Volvé, ¡animal! 

–Por Dios que no puedo. 

–Volvé o te llevo a patadas en el culo.

 La luna grande, no me olvido, blanquísima luna de verano entre los árboles y tu cara de tristeza o de vergüenza, tu cara de pedirme perdón, a mí, tu hermosa cara iluminada, desfigurándose de pronto. Me ardía la mano. Pero había que golpear, lastimar, ensuciarte para olvidarme de aquella cosa, como una arcada, que me estaba atragantando.

 –Bruto –dijiste–. Bruto de porquería. Te odio. Sos igual, sos peor que los otros.

 Te llevaste la mano a la boca, igual que el chico cuando salía de la pieza. No te defendiste.

 Cuando te ibas, todavía alcancé a decir: –Maricón. Maricón de mierda.

 Y después lo grité.

 Escuchame, César. Es necesario que leas esto. Porque hay cosas que uno lleva mordidas, trampeadas en la vergüenza toda la vida, hay cosas por las que uno, a solas, se escupe la cara en el espejo. Pero de golpe, un día, necesita decirlas, confesárselas a alguien. Escuchame.

 Aquella noche, al salir de la pieza de la gorda, yo le pedí, por favor, que no se lo vaya a contar a los otros.

 Porque aquella noche yo no pude. Yo tampoco pude.

lunes, 22 de junio de 2015

REALIDAD, CONOCIMIENTO Y VERDAD: ¿QUÉ CONOCEMOS SOBRE LAS COSAS?

REALIDAD, CONOCIMIENTO Y VERDAD: ¿QUÉ CONOCEMOS SOBRE LAS COSAS?

-          LA VERDAD ONTOLÓGICA: para los griegos, la verdad (aletheia) era permanente en las cosas y se la podía alcanzar con la mente. Los sentidos solo captan la apariencia, lo variable. Identificaban verdad y realidad.

-          VERDAD EPISTEMOLÓGICA: veritas significa exactitud y rigor. Verdadero sería un relato fiel y exacto. La verdad se desplaza de los objetos a los que se dice de ellos. Deja de ser una propiedad del ser para pasar a ser una propiedad del conocimiento.

-          VERDAD LÓGICA: acuerdo del pensamiento consigo mismo, es decir, ausencia de contradicción.

-          CRITERIOS DE VERDAD: ¿CUÁNDO UN ENUNCIADO ES VERDADERO O FALSO?

·         VERDAD EMPÍRICA Y VERDAD FORMAL: la verdad empírica es la correspondencia entre lo que se afirma y la realidad. La verdad formal es la coherencia entre las proposiciones.

·         VERDAD COMO CORRESPONDENCIA O ADECUACIÓN: esta verdad funciona dentro de una filosofía realista y parte de dos supuestos:
a)      Existe una realidad objetiva e independiente del pensamiento.
b)      El pensamiento puede acceder a esta realidad externa de él y concordar con ella.

·         VERDAD COMO COHERENCIA O NO CONTRADICCIÓN: coherencia de una proposición con el resto de los enunciados del sistema al cual pertenece. No necesita referencia a una realidad exterior. Es el criterio de las ciencias formales.

·         LA VERDAD COMO EVIDENCIA: es el criterio expuesto por Descartes: sólo son verdaderas aquellas proposiciones que no contengan el más mínimo motivo de duda. Es el caso de los axiomas científicos y los principios lógicos.

·         VERDAD COMO UTILIDAD: es la formulación pragmática. La verdad, coincide con lo útil. Es una concepción dinámica de la verdad, provisional y ligada a los resultados. Es muy próxima al relativismo.

·         TEORÍA RELATIVISTA: lo verdadero y lo falso depende del contexto, circunstancias históricas, geográficas, económicas o culturales del momento.


·         TEORÍA DEL CONSENSO: da a la verdad un carácter intersubjetivo al entenderla como un acuerdo entre los hablantes en una situación ideal de diálogo.

EL PROBLEMA DE LA VERDAD. TEXTOS DE TRABAJO

TEXTO 1: LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO: en la actividad de conocer podemos distinguir diversos grados que van desde la simple duda al auténtico saber, pasando por la opinión, la creencia o la certeza. La duda es la actitud mental que caracteriza el escepticismo en la medida que cuestiona la posibilidad de lograr algún conocimiento verdadero. En lo relativo a la creencia, es una opinión con mucho arraigo que considera que una afirmación es verosímil o, por lo menos, probable. Existen dos tipos de creencias: las racionales, que se fundamentan en buenas razones, y las irracionales, que son meras opiniones sin fundamento racional alguno. Entre estas últimas, encontramos las supersticiones. Por otro lado, la certeza es una convicción profunda que ofrece una gran seguridad y elimina la menor duda. Esto no significa que la certeza sea lo mismo que el saber. Por ejemplo, en la época medieval se tenía la certeza de que la corriente sanguínea de los seres humanos era ilimitada, y, en cambio, hoy sabemos que esto no es cierto. Así pues, para poder hablar de saber no es suficiente creer que un enunciado X sea verdadero, o de tener la certeza, sino que es necesario que X sea realmente verdadero. Por lo tanto,  podemos concluir que sólo cuando estamos informados de proposiciones verdaderas podemos afirmar que sabemos.

TEXTO 2: Hay dos clases de verdades: las de razón y las de hecho. Las verdades de razón son necesarias y su opuesto es imposible; y las de hecho son contingentes y su opuesto es posible. Cuando una verdad es necesaria, se puede hallar su razón por medio del análisis, resolviéndola en ideas y verdades más simples hasta llegar a las primitivas. Es de este modo como, entre los matemáticos, los teoremas (…) son reducidos por medio de análisis a las definiciones, axiomas y postulados.
G.W.Leibniz, Monadología

TEXTO 3: La cuestión es: ¿qué es ese algo con el que ha de coincidir la proposición, la frase o el juicio, para ser verdadera? Pudiera pensarse que la cosa es clara: la frase ha de coincidir con la situación, con el estado, con la realidad de las cosas, tal como se hallan fuera de nosotros. Sólo así es verdadera. Pero también surgen objeciones. Tenemos por ejemplo la proposición: “Esta rosa es roja”. Si afirmamos que la proposición es verdadera cuando la rosa es efectivamente roja, nos hallamos con que la cualidad de rojo no se da en el mundo externo, pues los colores sólo se originan en nuestros órganos visuales como efectos de la acción de determinadas ondas luminosas que caen sobre nuestros ojos (…) No puede, pues, decirse que nuestra frase es verdadera cuando se verifica en la situación exterior, pues no existe tal situación.

J.M.Bochenski, Introducción al pensamiento filosófico

CONDICIONANTES, ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO.

CONDICIONANTES DEL CONOCIMIENTO

-          Determinantes sociales: las limitaciones son los prejuicios religiosos y civiles y las ideas preconcebidas.


-          Prejuicios: son formas de pensar, valores y comportamientos asumidos acríticamente que impiden un modo autónomo de entender el mundo. Hay prejuicios religiosos y civiles. Para Kant depender de los prejuicios es ubicarse en una “minoría de edad” de la que es necesario salir. Para Marx en su análisis de la superestructura los prejuicios se manifiestan como imposiciones externas y conscientemente diseñadas por los poderes, o sea, manipulación. En la vereda opuesta Gadamer reivindica los prejuicios, ya que para él toda compresión parte de presupuestos o prejuicios que son lo que hace posible todo juicio y constituyen una memoria cultural que abarca mitos, tradiciones, etc Sin este bagaje cultural, nos resultaría imposible formarnos un juicio o idea de lo que sucede a nuestro alrededor.

-          Construcción social: el conocimiento de los individuos constituye la construcción social, la cual está integrada por el lenguaje, los derechos y las instituciones.

-          Conocimiento e intereses: Para Habermas hay tres tipos de conocimiento el técnico, el comunicativo y el emancipatorio.

·         Técnico: necesidad de dominar la naturaleza a fin de sobrevivir y mejorar las condiciones de vida.
·         Comunicativo: surge de la necesidad de organizar una vida en sociedad y en relación.
·         Emancipatorio: se basa en la necesidad de liberarse de las opresiones.

ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO

Origen: ¿de dónde proviene el conocimiento?

Límites: ¿hasta dónde nos es dado conocer?


-          RACIONALISMO: cree en la capacidad de la razón humana para alcanzar la verdad. Para Descartes el origen del conocimiento es la razón, dirigida por un método para alcanzar principios indubitables. Hay ideas innatas, que son aquellas que no provienen del conocimiento, son producidas por la razón. El conocimiento es ilimitado, el error surge de utilizar mal nuestra capacidad cognoscitiva. Esto constituye un CARÁCTER RACIONAL DE LA REALIDAD.

-          EMPIRISMO: El origen, límite y posibilidad del conocimiento es la experiencia. La razón por sí misma no puede alcanzar el conocimiento, a lo sumo puede reflexionar con datos aportados por la observación o la experimentación. Para Locke no existen ideas innatas. Somos una tabula rasa, todo comienza por los sentidos. La experiencia es interna (sensación) y externa (sentidos). Para Hume nuestra mente recibe experiencias y las organiza por medio de las leyes de asociación de ideas. Las ideas son imágenes de las expresiones que se producen en nosotros. Toda idea de lo que no encontremos impresión de la que deriva puede ser rechaza como las ideas de sustancia, Dios y alma. Sólo nos queda aceptar lo que proviene de la experiencia. El hábito, la costumbre y las creencias son el único conocimiento cierto.

-          KANT: ¿cómo el individuo construye el objeto de conocimiento? El objeto de conocimiento es una síntesis entre lo captado y estructuras que ordenan. La cosa conocida (fenómeno) resulta de la elaboración de los datos de los sentidos por nuestra forma de conocer. La experiencia unida a la razón tiene límites la experiencia y la subjetividad: sólo conocemos de la realidad los fenómenos es decir, aquello que yo percibo y tal como yo lo percibo. Lo que la realidad sea en ella misma (NOUMENO) es un misterio COSA-EN-SI.

CONDICIONANTES, LIMITES Y ORIGEN DEL CONOCIMIENTO. TEXTOS DE TRABAJO.

 TEXTO 1: El presupuesto general de la labor médica es, expresado en términos simples, que se debe conservar la vida como tal y disminuir tanto como se puede el sufrimiento. Se trata de un presupuesto muy problemático. El médico, gracias a sus recursos, mantiene vivo al enfermo incurable aunque éste le suplique que le libere de la vida (…). La medicina no se pregunta si la vida es digna de ser vivida o cuándo deja de serlo. Todas las ciencias de la naturaleza responden a la pregunta sobre qué tenemos que hacer para dominar técnicamente la vida. Las cuestiones previas de si debemos conseguir, y en el fondo queremos, ese dominio y si ese dominio tiene verdaderamente sentido, no son tenidas en cuenta o, simplemente, son contestadas de antemano afirmativamente.

M.Weber, El político y el científico.

TEXTO 2: INNATISMO RACIONALISTA: para los racionalistas, particularmente para Descartes, la existencia de ideas innatas, es decir, de ideas cuyo origen está en el mismo entendimiento, independientemente de cualquier existencia, es el punto central de su teoría del conocimiento, al mismo tiempo que el más discutido por los filósofos empiristas, quienes niegan la posibilidad de que existan tales ideas. Para Descartes son ideas innatas los primeros principios del entendimiento, los conceptos matemáticos y algunas ideas metafísicas. Hoy en día, ya nadie habla de ideas innatas al estilo cartesiano, pero sí continúan existiendo teorías innatistas para explicar, por ejemplo, el origen del lenguaje del ser humano.

TEXTO 3: Supongamos, pues, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda instrucción, sin ninguna idea. ¿Cómo se llega entonces a tenerla? (…) ¿De dónde extrae todo el material de la razón y del conocimiento? A estas preguntas contesto con una sola palabra: de la experiencia; he aquí el fundamento de todo nuestro saber, y de dónde en última instancia se deriva: “las observaciones que hacemos sobre los objetos sensibles externos, o sobre las operaciones internas de nuestra mente, las cuales percibimos, y sobre las que reflexionamos nosotros mismos, son las que proveen a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar”. Estas son las dos fuentes del conocimiento de donde partes las ideas que tenemos o que podemos tener de manera natural.

j. Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano.

TEXTO 4: En la parte analítica de la crítica se demuestra: que el espacio y el tiempo son meras formas de la intuición sensible, es decir, simples condiciones de la existencia de las cosas en cuanto fenómenos; que tampoco poseemos conceptos del entendimiento ni, por tanto, elementos para conocer las cosas sino en la medida en que puede darse la intuición correspondiente a tales conceptos; que, en consecuencia, no podemos conocer un objeto como cosa en sí misma, sino en cuanto objeto de la intuición empírica, es decir, en cuanto fenómeno. De ello se deduce que todo posible conocimiento especulativo de la razón se halla limitado a los simples objetos de experiencia.
I.Kant, Crítica de la razón pura.




domingo, 14 de junio de 2015

¿ES POSIBLE EL CONOCIMIENTO?

¿ES POSIBLE EL CONOCIMIENTO?

ESCEPTICISMO RADICAL.

Gorgias (sofista) desconfía de poder alcanzar un conocimiento verdadero. “Nada existe, si algo existiera no lo podríamos conocer, y aunque algo existiera y lo pudiéramos conocer, no lo podríamos comunicar.” ≈ única posición honrada “la epojé”, es decir, suspender el juicio.

Esta postura puede conducir a: parálisis intelectual y desorientación moral.

ESCEPTICISMO MODERADO.

Hume centra su crítica en la relación causa-efecto. Esta relación es corroborada por ninguna experiencia concreta. Por lo tanto, nuestro conocimiento se convierte en cuestión de creencia. Creemos que ocurrió en el pasado, seguirá sucediendo en el futuro.
Nuestro conocimiento se limita a fenómenos que se manifiestan en los sentidos y nuestras afirmaciones sobre el mundo son producto de nuestra imaginación.

DOGMATISMO RADICAL

Tiene confianza ilimitada en la posibilidad de conocer. El hombre dogmático identifica el conocimiento con su percepción subjetiva. Sólo admite como válida su visión de las cosas.
Peligros: error, prejuicios, intolerancia, impide la ciencia.

DOGMATISMO MODERADO.


Tiene una confianza razonada en las capacidades humanas para lograr cierto saber sobre el mundo.
No es contrario a la actitud crítica sino que se funda en ella como base del conocimiento.

Descartes busca un punto de partida firme que permita alcanzar la verdad por sí misma independientemente de la autoridad o enseñanzas recibidas. Propone la duda para alcanzar un conocimiento cierto a modo de axioma. “Pienso, luego existo”, verdad indudable, clara y distinta.

LA ACTITUD CRÍTICA

Es una actitud de cautela a la hora de admitir como cierto cualquier conocimiento. La actitud crítica exige distanciarse de la actitud natural que consiste en  aceptar por verdadero lo que proviene de los sentidos.
La actitud crítica tiene que ser radical, es decir, examinar hasta la propia razón a pesar de ser el único instrumento adecuado para conocer.

LA ACTITUD FILOSÓFICA ANTE EL CONOCIMIENTO.

TEXTO 1: Si un individuo cree de hecho todas y sólo las ideas en que le resulta racional creer, o al menos, está siempre dispuesto a modificar su sistema de creencias en tal sentido, diremos de él que es racional en sus creencias. Si cree más ideas que las que racionalmente puede creer, diremos que es un dogmático; si cree menos, un escéptico.
J.Mosterín, Racionalidad y acción humana

TEXTO 2: Pues bien, desde ahora decimos que el fin del Escepticismo es la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión de uno, y el control del sufrimiento en las que se padecen por necesidad.

TEXTO 3: Estamos determinados sólo por la costumbre a suponer que el futuro es conformable al pasado. Cuando veo una bola de billar moviéndose hacia otra, mi mente es inmediatamente llevada por el hábito al usual efecto, y anticipa mi visión al concebir a la segunda bola en movimiento. No hay nada en estos objetos, abstractamente considerando, e independientemente de la experiencia, que me lleve a formar una tal conclusión; e incluso después de haber tenido experiencia de muchos efectos repetidos de este género, no hay argumento alguno que me determine a suponer que el efecto será conformable a la pasada experiencia. Las fuerzas por las que operan los cuerpos son enteramente desconocidas. Nosotros percibimos sólo sus cualidades sensibles, y, ¿qué razón tenemos para pensar que las mismas fuerzas hayan de estar siempre conectadas con las mismas cualidades sensibles?
D. Hume: Compendio de un tratado de la naturaleza humana

TEXTO 4: La actitud crítica no “elimina” nuestra visión natural del mundo, sino que esta pura visión natural o espontánea de nuestro conocer adquiere dimensiones y perfiles de rigor susceptibles de muy diversas vías de justificación. En la actitud crítica no nos basta simplemente con conocer y saber que conocemos, sino que la actitud crítica ha de comenzar por formularse estas preguntas fundamentales: qué significa conocer, qué valor tiene el conocimiento, qué seguridad puedo llegar a tener en la posesión de mis conocimientos.
La actitud crítica ha de empezar por ser una actitud de precaución por la virtud de la cual yo no admita nada que no esté justificado en sí o en sus fundamentos. El término de esta actitud inicial de precaución será una actitud de serena valoración, que no tiene modo alguno por qué conducir al escepticismo.
S. Rábade Romeo, Estructura del conocer humano




UNIDAD N° V . EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO. CONTEXTO HISTÓRICO.

En nuestra vida cotidiana damos por sentado que conocemos. Al firmar o negar pretendemos que lo que decimos sea la verdad, es decir se adecue a los objetos que describimos.
Al descubrir el error o cuando caemos en la duda podemos advertir el problema del conocimiento.

¿es posible el conocimiento?

¿de dónde procede? ¿en qué se fundamenta?

¿qué es lo que conocemos?

CONTEXTO HISTÓRICO

A lo largo de los s XV y XVI se produce una serie de cambios en lo económico, político, social, científico y cultural que en materia filosófica se cristalizan en el s XVII.

·         Económico-social: se desplaza al feudalismo, el comercio toma impulso, nace una nueva clase social –la burguesía-, época de conquistas y descubrimiento. El predominio económico y político se desplaza del Mediterráneo al Atlántico.

·         Política: se van consolidando los Estados Nacionales. La autoridad de los reyes, apoyados por la burguesía, se impone sobre los señores feudales y enfrentan al papado.

·         Religiosa: se produce la reforma protestante a la que le sigue la contrarreforma.

·         Ciencia: Copérnico postula el sistema heliocéntrico. Galileo y Giordano Bruno son perseguidos por la Iglesia. Newton postula la ley de gravitación universal. Todo esto produce una crisis en la concepción del mundo y un cuestionamiento a las autoridades (Biblia, Iglesia, Aristóteles).


·         Filosofía: toma gran importancia las cuestiones gnoseológicas, en la filosofía práctica el fundamento de las normas y en la filosofía política la organización de la sociedad.