lunes, 1 de noviembre de 2021

La Ética Y la Antropología.


La ética. Filosofía. Sandra Pécora. EES 146
Leamos el capítulo 1 del libro “Ética para Amador” de Fernando Sabater.
DE QUÉ VA LA ÉTICA.
Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo ganarse con él la vi; o de una dietada. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios, podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes, pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener idea de astrofísica ni de ebanistería, que a los otros le darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir tirando hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol, pero estás bastante pez en béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas de los mundiales, pasas olímpicamente de la liga americana y todos tan contentos.
Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir un aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o que de una dieta de clavos (¡con perdón de los faquires!) y ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos, pero hay modos que no dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos conviene ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que algunas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo “bueno” porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos “malo”. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir –todos sin excepción- por la cuenta que nos trae.
Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo que debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras queman, así como el agua puede quitar la sed, pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otros malas: nos convienen y a la vez no nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra –y todos necesitamos hablar para vivir en sociedad- y enemista a las personas; pero a veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar gresca con los demás ya hemos dicho que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen delante de nosotros a una chica sin intervenir por aquello de no meternos en líos? Por otra parte, al que siempre dice la verdad –caiga quien caiga- suele coger manía todo el mundo; y quien interviene en plan Indiana Jones para salvar a la chica agredida es más probable que se vea con la crisma rota que quien va silbando a su casa. Lo malo y lo bueno tiene en ocasiones apariencia de malo. Vaya jaleo.
Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. Si uno quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches de fórmula uno o al alpinismo; pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será mejor buscar las aventuras en el video club de la esquina. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás y otros señalan  que se dediquen aque lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc.
En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con todos. Pero fíjate que también esta opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacía arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas q a la que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizás la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la come. Pero es que la araña no lo puede remediar…
Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo de ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termita-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termita-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero destruido…pero lo cierran dejando a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera de pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termita-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y el otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termita-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termita- soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizás sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por caradura o quizás le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.
Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Lo animales (y no digamos ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyenda…; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del que acabamos de hablar. Su programación natural hacía que Héctor sintiese necesidad de protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor encontraba en su ciudad de Troya. También era muy natural que considerara con afecto a su mujer Andrómaca –que le proporcionaba compañía placentera- y a su hijito, por el que sentía lazos de apego biológico. Culturalmente, se sentía parte de Troya y compartía con los troyanos la lengua, las costumbres, las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un buen guerrero al servicio de la ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible, indigno de un hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y que le castigarían de uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado para actuar como lo hizo, ¿no? Y sin embargo…
Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado de mujer para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no combatir, o haberse arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para invadir Troya por su lado más débil; también podría haberse dedicado a la bebida o haber inventado una nueva religión que dijese que no hay que luchar contra los enemigos sino poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me dirás que todos estos comportamientos hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la educación que había recibido. Pero tienes que reconocer que son hipótesis imposibles, mientras que un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raro sino estrictamente imposible. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con los seres naturales sí. Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo). Podemos decir “sí” o “no”, quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios. 
Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que, me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer una solo cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:
Primera: no somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.).
Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible). Por ello, cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer subir al monte Everest, pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo. En cambio, soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente), porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre…. aunque me escueza.
En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: “¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿Cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos engañan y nos manipulan, si los terroristas nos amenazan, si las drogas nos esclavizan, y si además me falta más dinero para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?” En cuanto te fijes un poco, verás que los que así hablan parece que se están quejando, pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber que no son libres. En el fondo piensan: “¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado de encima! Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de los que nos ocurra…” Pero yo estoy seguro de que nadie –nadie- cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que funciona como un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que opta libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza un tirano) y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere a lo más fácil, es decir, esperar a los bomberos o lamer botas que le pisan a uno el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en decirnos: “Si tu hubieras querido…”
Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza. “¡Para, ya está bien, no me pegues más!”, le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: “¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático.” Hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza. La prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no sepan artes marciales…
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, lo hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que, a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. De ello, si tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.

RESPONDER:
1) ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LA FORMA DE ACTUAR DE LAS TERMITAS Y LAS DE LOS SERES HUMANOS?
2) ¿SON LIBRES LAS TERMITAS? ¿POR QUÉ?
3) ¿SOMOS LIBRES LOS HOMBRES? ¿PARA QUÉ?
4) EXPLICA ESTA FRASE: “ESTAMOS PROGRAMADOS CULTURALMENTE”.
5) ¿QUÉ COSAS LIMITAN NUESTRA LIBERTAD Y POR QUÉ?
6) EXPLICA LA SIGUIENTE IDEA DE ERICH FROMM EN “ÉTICA Y PSICOANÁLISIS”: LA VIDA DEL HOMBRE NO PUEDE “SER VIVIDA” REPITIENDO LOS PATRONES DE SU ESPECIE; ES ÉL MISMO –CADA UNO- QUIEN DEBE VIVIR. EL HOMBRE ES EL ÚNICO ANIMAL QUE PUEDE ESTAR FASTIDIADO, QUE PUEDE ESTAR DISGUSTADO, QUE PUEDE SENTISE EXPULSADO DEL PARAÍSO”.

ÉTICA Y MORAL.
En términos generales la diferencia entre ética y moral debe buscarse en que la primera es un estudio filosófico y científico mientras la moral es puramente práctica; es decir, la ética habla desde la razón y la reflexión filosófica pero la moral se refiere a los actos que realizamos día a día durante nuestra vida.
Si analizamos etimológicamente ambas palabras nos encontramos con que las dos tienen el mismo significado originario:
• "moral" viene del latín "mos" (costumbre)
• "ética" viene del griego "ethos" (costumbre)
Pero actualmente, con la evolución de la lengua, ambos significados se han ido bifurcando para terminar con dos completamente distintos. 

Comenzamos a analizar qué es la moral para entender su diferencia inicial con la ética. Se trata de una serie de principios, valores o normas que son los que rigen nuestro comportamiento. La moral es la que determina nuestras actuaciones y la que nos marca los límites que no queremos pasar. Actualmente, a la moral también se la conoce como "tener principios" y se refiere a, precisamente, ese cuadro de normas propias que seguimos en nuestro día a día para actuar tal y como nosotros creemos que es correcto.
A nivel sociológico, la moral también puede determinar la cultura y forma de vivir de una sociedad o un colectivo de personas. Algunas normas o principios se transmiten entre diferentes generaciones de un mismo grupo de personas que establecen, así, unos principios morales sobre los que crear su sociedad.


Ahora nos centraremos en el significado de ética. Se trata de reflexionar sobre los principios que formarán luego nuestra moral y, por tanto, es la parte filosófica que determinará el comportamiento al que tendremos que someternos para vivir en sociedad de forma pacífica. Es decir, es el pensamiento previo, la parte reflexiva que conforman nuestros actos.
Por ejemplo, los vegetarianos son un tipo de persona que defiende que por sus principios (por su propia ética) no van a comer carne (moral); esos "principios" han surgido de una reflexión previa sobre la situación quedando resultante la conclusión final: no comer carne.

ACTIVIDADES:
1) DIFERENCIA CON TUS PALABRAS ETICA DE MORAL.
2) INVESTIGA Y EXPLICA LA ÉTICA DE LOS FINES DE ARISTÓTELES.
3) INVESTIGA Y EXPLICA LA ÉTICA FORMAL DE KANT.
ANTROPOLOGÍA:
La antropología filosófica es una disciplina de la filosofía cuyo objeto es el ser humano. La palabra antropología proviene del griego anthropos (hombre) y logos (estudio, conocimiento).
La antropología filosófica y la antropología científica comparten el mismo objeto de estudio: el hombre. Pero la filosófica se ocupa del problema del ser humano siguiendo el camino del pensamiento filosófico, es decir, enmarcando las cuestiones relativas al ser humano dentro del conjunto de lo que las cosas son y por su forma de ser. Es decir, estudia la forma de ser humanos a diferencia de otros seres.
EL SER HUMANO EN LA ANTIGÜEDAD, EDAD GRECOLATINA
La cultura grecolatina comprende las civilizaciones griega y romana. En esta cultura la realidad se representa como un cosmos, es decir, un conjunto compuesto por todas las cosas que existen en tanto están ordenadas de manera armónica y bella. Según esta concepción los seres y las cosas no están uno al lado del otro de manera desordenada, sino que componen un conjunto sujeto a poderes o fuerzas naturales que les imprimen un orden. El cosmos está ordenado jerárquicamente, es decir, hay seres más perfectos que otros, hay seres superiores y seres inferiores. Los superiores mandan y los inferiores obedecen.
Las fuerzas que gobiernan el cosmos componen lo que los griegos llaman Destino o Moira. Para ellos todos los seres están subordinados al Destino. La diferencia entre los dioses inmortales y los seres humanos mortales era que los primeros conocían el Destino y los segundos lo padecían.
El cosmos es eterno, no tuvo comienzo ni origen. Ningún ser está más allá del cosmos, que lo incluye todo. El orden cósmico rige sobre todos los seres que lo componen.
Esta representación se dio en los mitos, en el arte, en la religión, pero no hubo un desarrollo sistemático. Los filósofos griegos veían a las personas dentro de un marco más amplio relativo al ser en general. Todos los seres formaban grados de un mismo ser, sujetos al mismo orden, a las mismas leyes del Destino. El ser humano era un modo de ser entre otros seres.
Los seres humanos, además, formaban parte de un orden superior, al que estaban subordinados como individuos y como miembros de una comunidad. Fuera de ese orden dejaban de pertenecer a la raza humana. Por eso era preferible la muerte al destierro: el muerto seguía formando parte de la familia que lo recordaba y se le rendía culto, pero el desterrado al ser excluido de la comunidad también dejaba de formar parte de la humanidad.
En tanto la realidad es concebida en forma monista, el cuerpo es visto en forma dual: alma (psique) y cuerpo (soma). El alma es de naturaleza simple, incorruptible e inmortal y el cuerpo es compuesto, es decir, puede descomponerse y morir.
El alma se asemeja más al ser de los dioses, mientras que el cuerpo se asemeja a los animales.
EL HOMBRE EN LA TRADICIÓN JUDEO-CRISTIANA
La cultura judeo-cristina es otra tradición fundamental que confluye con la grecolatina para construir la cultura occidental moderna.
Para esta tradición, Dios, que es eterno, es decir, no tiene comienzo ni final, ha creado el universo y, dentro de él, a los hombres. Todos los seres creados tuvieron un comienzo y tendrán un fin. El universo fue creado dedos acuerdo con un orden justo que se manifiesta en el equilibrio de las partes, en que cada ser tiene su lugar.
Para los semitas, el alma no es, como para los g riegos, un principio simple e inmortal, independiente del cuerpo, sino que es lao que da aliento de vida, lo que anima al viviente. El alma es inseparable del cuerpo. El que muere es el hombre viviente. Por esta razón, los semitas esperan la resurrección de los muertos, no de las almas. Entonces, no es una visión monista del hombre porque lo concibe como una unidad indisoluble y no como dos principios separables.
Para la tradición judeo cristina, el universo aparece atravesado por dos sentidos opuestos: por un lado, el orden y la justicia con la que Dios creó a todos los seres y la injusticia que los humanos introdujeron al mandato de Dios con su desobediencia. De modo que la realidad es dual porque está atravesada por dos principios distintos y opuestos.
EL SER HUMANO EN LA CULTURA MODERNA OCCIDENTAL.
Lo que caracteriza a la modernidad es la confianza en las capacidades naturales de la razón, de la voluntad y de las fuerzas puramente humanas para orientar la convivencia social y resolver sus conflictos.
-Dualismo cartesiano: Descartes introdujo una pregunta relevante para la Antropología filosófica: pienso, luego existo, pero ¿qué soy? Y respondió: “Yo no soy, pues, hablando con precisión, más que una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón, que son términos cuyo significado antes era desconocido. “El cuerpo es algo exterior al pensante. ¿cuál sería la relación entre alma y cuerpo? El alma tiene un cuerpo al que conduce como el piloto a un barco. Lo llamamos dualismo porque se concibe al hombre como la unión de dos sustancias. Este dualismo ha influido en la tradición occidental al conducir a una sobrevaloración de la razón y de la conciencia en contraposición a lo corporal, a lo sensible, a lo afectivo y a lo pasional. La conciencia resultó algo valioso y el cuerpo resultó despreciado y reprimido.
-Hobbes, el hombre lobo del hombre: el cuerpo humano es motivado por un principio hedonista, que consiste en la búsqueda del placer y huida del dolor. Como los recursos naturales necesarios para la subsistencia son escasos, lo cual lleva, según él, a que cada hombre sea potencialmente un enemigo para los demás. El enfrentamiento por la supervivencia deriva en un estado de guerra universal de todos contra todos.

-Los hombres como libre e iguales: tanto para Locke como para Rousseau los seres humanos somos iguales en derechos y naturalmente libres. Rousseau piensa que por más depravada o corrupta sea una persona, siempre conserva un resto de conciencia que le ordena respetar la libertad de los otros. Lo que diferencia al ser humano de los animales no es la razón o entendimiento, sino la libertad, que es hacer lo que se desea siempre y cuando no impida a los otros seres libres hacer otro tanto. En esta concepción la libertad y el deseo se contraponen, la libertad es la voluntad de decidir y actúa independiente de los deseos. El hombre es el único animal que puede obrar independientemente de los instintos naturales. La condición para que todos sean libres es que todos estén igualmente obligados a respetar la libertad de los otros y esto es a través de la ley.
ACTIVIDAD:
1) ¿Qué DIFERENCIAS ENCUENTRAS ENTRE LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE EN EL MUNDO GRECO-LATINO Y EL JUDEO CRISTIANO?
2) ¿EXPLICA LOS CONCEPTOS DE KOSMOS Y DE DESTINO EN EL MUNDO GRECO-LATINO?
3) EXPLICA LA DIFERENCIA ENTRE LOS TRES AUTORES MODENOS PRESENTADOS: ¿DESCARTES, HOBBES, LOCKE Y ROSSEAU?
4) RELACIONA LA VISIÓN ANTROPOLÓGICA DE LA MODERNIDAD CON EL TEXTO DE ÉTICA DE FERNANDO SAVATER.




viernes, 24 de septiembre de 2021

La estética.


EL ARTE COMO CREACIÓN Y COMO EXPERIENCIA.

 

El término arte se utiliza en muchos sentidos. Podemos decir que “cocinar bien es un arte”, y de alguien que hace algo con habilidad decimos que es “un artista”. Ovidio, el “El arte de amar”, da reglas para facilitar la buena relación entre los amantes. Uno más de entre estos sentidos del término es el de bellas artes.

Los distintos usos del término arte tienen en común el significado de “hacer” o “producir” algo con cierto método, siguiendo unas reglas o de acuerdo con un modelo. En este sentido es también una acción productiva.

El origen del término es el griego techne que tiene como término latino art (arte). El término griego encierra el matiz de arte manual, que requiere cierta habilidad en el hacer y conocimiento del oficio, matices que hoy se conservan, de alguna manera, en el concepto de arte cuando lo usamos para designar las bellas artes, y sobre todo el concepto de artista.

Aristóteles considera que el arte es el resultado de la experiencia, pero supone también un conocimiento teórico que se aplica a la producción de algo. En este sentido, el arte es, para Aristóteles, lo opuesto a lo natural. Entendida, la naturaleza como algo independiente del hombre, distingue entre seres naturales y seres artificiales. Estos últimos son resultado de la acción humana. En este sentido, el concepto de arte incluye, pues, todo lo realizado por el ser humano frente a las obras de la naturaleza: lo artificial o hecho con artificio. De este tipo son los productos de las “bellas artes” –término que no emplea Aristóteles-: pintura, escultura, arquitectura, música y poesía.

Hoy al producto de estas actividades lo llamamos obra de arte. Con esto nos estamos refiriendo a una clase particular de cosas hechas por el hombre: las que se realizan para ser contempladas estéticamente. Podemos decir que las obras de arte se oponen a los “objetos útiles”, que tienen una finalidad distinta de su contemplación estética, aunque puedan tener también un valor estético o cierta belleza que agrada contemplar.

Un caso particular es el de la arquitectura porque une a la vez las características de un objeto de arte y de algo útil, aunque no todo edificio arquitectónico es obra de arte.

Según Goodman hay dos momentos diferentes en la constitución de una obra de arte. Un primer momento, al que se da el nombre de ejecución, y un segundo, el de su realización, cuando al ser conocida por otros queda constituida como obra de arte en sentido estricto.

Una obra de arte se constituye propiamente como tal cuando es experimentada o contemplada por alguien distinto de su autor, con independencia de a finalidad que éste haya tenido inicialmente al realizarla.

 

LECTURA: La novela queda concluida al ser escrita, la pintura al ser pintada, y la obra teatral al ser interpretada. Pero la novela abandonada en un cajón, la pintura amontonada en una despensa y la obra interpretada en un teatro vacío no cumplen su función. Para que la novela funciones, deberá ser publicada de un modo u otro, la pintura tendrá que ser mostrada pública o privadamente, la obra presentada ante un público. La publicación, la exhibición y la representación ante un público son medios de realización –o modos de que las artes formen parte de la cultura-. La ejecución consiste en hacer una obra, la realización en hacer que estas funcionen.

N. Goodman. “De la mente y otras materias”.

 

 

RESPONDER:

a)    ¿qué tienen en común los usos del término arte?

b)    ¿qué diferencia hay entre el origen griego y el origen latino del término arte?

c)    ¿qué es el arte para Aristóteles?

d)    ¿a qué llamamos obra de arte y a qué otro concepto se opone ese término?

e)    ¿cuándo se constituye una obra de arte?

f)     ¿cuáles son los dos momentos que señala Goodman para que una obra se constituya en obra de arte?

g)    Distingue esos dos momentos en diferentes géneros de arte.

 

 

2) La experiencia estética.

La experiencia como forma de conocimiento es el medio que tenemos de entrar en contacto con el mundo que nos rodea. Se inicia a partir de una relación sensible con las cosas. Pero por experiencia entendemos también la comprensión de esas mismas cosas a través de nuestra reflexión sobre lo que se nos presenta.

El concepto de estética procede del griego aisthetiké, que significa lo propio de los sentidos, es decir, lo referente a la sensación.

Experiencia estética significaría, pues, lo mismo que experiencia: el conocimiento que resulta del contacto con los objetos a través de la sensación.

Pero hoy el concepto de estética se entiende de un modo más restringido, como la ciencia que trata de la belleza y de la teoría del arte, por lo que la experiencia estética expresa la relación del ser humano con las creaciones artísticas y, en general, con todo lo relacionado con la belleza.

Esta relación se entiende, ante todo, como una relación contemplativa que genera algún tipo de emoción. Y, a su vez, la emoción estética es una emoción desinteresada producida por los valores estéticos, entre los cuales se destaca la belleza.

Los valores estéticos están incorporados a la obra de arte y sólo se pueden captar a través de ella. Por eso, la experiencia estética es siempre una experiencia que tiene que ver con la sensación porque requiere la presencia del objeto que la provoca; pero supone también una manera específica de contemplar el objeto sólo por él mismo, sin ningún otro tipo de interés.

Por otra parte, el objeto de experiencia estética sólo llega a ser tal cuando lo contemplamos de un modo especial, como algo más interesante de lo que simplemente es como objeto real. Un cuadro es un trozo de lienzo sujeto a unas varillas de madera, embadurnado de pintura y colgado de una pared. Y eso es lo que podemos ver en él cuando le limpiamos el polvo. Pero estéticamente el cuadro no es eso. Cuando lo contemplamos como obra de arte, vemos algo muy distinto en él.

Lo mismo sucede al contemplar la belleza de la naturaleza. Para que la naturaleza pueda ser objeto de contemplación estética, tenemos que transformarla en espectáculo. En ese momento no se la considera desde el punto de vista práctico, o como algo que se vaya a utilizar. Al observar un “paisaje” no pensamos nunca en un terreno en el que se pueden sembrar patatas o construir pisos. En el primer caso hablamos de un “huerto”, y en el segundo, de un “solar”.

 

 

RESPONDER:

a)    ¿A través de qué y cómo entramos en contacto con el mundo que nos rodea?

b)    Define y relaciona los siguientes conceptos: experiencia estética, valores estéticos y objetos de experiencia estética.

 

 

3) Reflexión estética.

Aunque la palabra estética se utilizó por primera vez en un sentido parecido al de hoy, como reflexión sobre los problemas del arte y la belleza, en el siglo XVIII con A. Baumgarten (1716-1762), ya desde los comienzos de la cultura occidental –que suelen situarse en el mundo griego- existió una reflexión sobre la belleza y la creación artística tanto plástica como literaria.

La estética, también conocida como filosofía del arte, aunque no sean exactamente sinónimos, es una parte de la filosofía que se ocupa de problemas como los siguientes:

-       La cuestión de qué es lo bello o la belleza.

-       La relación entre naturaleza y arte o, en un sentido más amplio, entre arte y realidad.

-       La distinción entre objetos estéticos y objetos no estéticos.

-       El modo de valorar una obra de arte.

3.1) El concepto de belleza: objetivismo frente a subjetivismo.

El primer tema que analiza cualquier teoría estética es el de la belleza, o lo que viene a ser lo mismo, el valor estético de una obra u objeto. ¿Qué es lo que hace estético un objeto? ¿En qué consiste la belleza?

A lo largo de la historia, los filósofos han tratado de responder a estas preguntas desde dos supuestos bien distintos: el objetivismo y el subjetivismo.

3.1.1) La belleza es objetiva.

Los primeros en adoptar este punto de vista fueron los filósofos pitagóricos (siglo VI a.C), que no hablan propiamente de belleza sino de armonía. Para ellos, la belleza es una unidad de elementos organizados con cierta proporción. Esta proporción la entienden de modo matemático, como una estructura armónica que se capta con la vista o con el oído.

Aunque, para los pitagóricos, la armonía tiene que ver especialmente con la música, pronto entre los griegos se aplica este concepto de artes plásticas, escultura y arquitectura, sobre todo. Surgen así los cánones de belleza del arte griego: entienden que la belleza es calculable matemáticamente, por estar sometida a reglas que representan o expresan una ley universal. Se trata de un concepto de belleza racional, perceptible e inteligible.

Además, los griegos consideran que la belleza es una propiedad de las cosas y que está relacionada con la bondad de las mismas. Lo bello es bueno y lo bueno es bello. La naturaleza es el modelo de belleza que el arte representa.

 

3.1.2) La belleza es subjetiva.

A partir del siglo XVIII, se empieza a tener en cuenta el punto de vista del sujeto que contempla la belleza. Se atiende cada vez más a la capacidad que tiene el hombre de emocionarse ante a belleza.

Surge así el concepto subjetivo de belleza, que va adquiriendo importancia a la vez que rechaza la idea de la belleza como simple armonía matemática. Se piensa que es la fantasía, como capacidad de combinar imágenes, la que hace posible la emoción y la creación estética. La contemplación de la belleza produce placer en el sujeto, precisamente porque la belleza depende de la relación entre sujeto que contempla y el objeto.

En el arte se empieza a dar más importancia a la creación imaginativa que a la puramente imitativa, y a valorar obras que no representan de modo exacto la naturaleza.

Para los filósofos empiristas, por ejemplo, la belleza es considerada como algo puramente subjetivo. Se entiende que lo bello depende del sentimiento o del gusto del que contempla la obra.

En la actualidad, el concepto de belleza sigue siendo un concepto muy complejo, aunque predominan las teorías que remarcan su carácter subjetivo.

 

 

LEEMOS EL SIGUIENTE TEXTO:

Si examinamos todas las hipótesis aducidas tanto por la filosofía como por el sentido común para explicar la diferencia entre belleza y fealdad, encontraremos que todas ellas se reducen a que la belleza consiste en un orden y disposición de las partes tal que, sea por la originaria constitución de nuestra naturaleza, por costumbre o por capricho, es apropiada para producir en el alma placer y satisfacción.

Éste es el carácter distintivo de la belleza y lo que la hace absolutamente distinta a la fealdad, cuya tendencia natural es la de producir disgusto. Placer y daño no son, pues, solamente los acompañantes necesarios de la belleza y la fealdad, sino que constituyen su esencia misma.

Hume. Tratado de la naturaleza humana.

 

 

3.2) La realidad y el arte.

La teoría estética se ocupa también de la relación de la obra de arte con la realidad.

A lo largo de la historia de la estética, unas veces se admite que el arte tiene que reflejar la realidad y otras que esto no es necesario. Entre los griegos, el arte se entendía como imitación (mímesis) de la realidad natural y también como expresión de los sentimientos humanos. Pero tenían claro que el arte imita la realidad sirviéndose de ficciones, creando imágenes de cosas y no cosas reales. Es decir, la verdad que se manifiesta en una obra de arte es solamente una ilusión de verdad.

Con el tiempo, la idea de que el arte debe responder a la verdad, será sustituida por la idea de que en él debe predominar la belleza. El arte empezará a adquirir autonomía por sí mismo, independientemente de su relación con la realidad.

Así las teorías formalistas prescinden del contenido y del significado en el arte, que ya no representa nada y en el que sólo cuenta la forma. El arte se convierte, así, en creación pura.

En la actualidad conviven ambas tendencias: encontramos tendencias realistas, como el arte pop, y otras, como es el caso del arte abstracto, que prescinde de elementos figurativos para concentrar su fuerza expresiva en formas y colores sin relación con la realidad visual.

3.3) La estructura de la obra de arte: relación forma contenido.

En toda obra de arte, tanto plástica como musical o literaria, se distingue entre su contenido y su forma. El contenido es el tema del que trata y que expresa la obra. La forma es la organización que el artista hace de las partes de la obra y la manera como combina los elementos que la integran. A través de la forma se expresa la creatividad del artista y se constituye la obra la obra como única y singular. El contenido de la obra de arte se expresa siempre a través de una forma.

La relación entre contenido y forma ha sido entendida de muy distinta manera por las teorías estéticas. Unas consideran que la forma está estrechamente vinculadas al contenido y otras la consideran independiente.

Para los griegos, cada cosa tenía una forma adecuada a lo que es, por lo que el aspecto de cada objeto es el más apropiado para representarlo. En consecuencia, en el arte clásico, las formas tienen que seguir ciertos cánones. No obstante, el artista tenía la suficiente libertad de interpretarlos.

En la Edad Media, como el arte está vinculado a la religión, su tema lo determina el teólogo, pero la forma es asunto del artista.

En el Renacimiento se aspira a lograr obras perfectas desde el punto de vista formal. El hombre es el modelo del arte. Toda obra de arte, incluso las arquitectónicas, deben estar en correspondencia con las proporciones del hombre.

En la época moderna se rechaza la idea del arte regido por cánones y, aunque se sigue distinguiendo entre contenido y forma, se considera la forma lo esencial del arte.

En el siglo XX, la teoría formalista del arte sostiene que sólo la forma determina el valor estético de la obra, sobre todo en las artes visuales y musicales. También se tiene en cuenta el condicionamiento de las leyes figurativas de la propia percepción.

 

LECTURAS:

¿Por qué nos dedicamos al complejo ejercicio visual de descubrir formas en las obras de arte? Porque somos sensibles a la forma, porque las formas nos producen placer. ¿Y por qué el arte no es un caos de formas placenteras, sino un conjunto organizados de formas? Porque nuestra sensibilidad visual está pautada: reaccionamos, por ejemplo, a ciertas formas, y no sólo reaccionamos a ciertas formas, sino que transitamos de una a otras de acuerdo a leyes que en gran medida nos son desconocidas. Pero esas leyes subyacen a los cambios de estilos y al gusto estético: son las que ahorman, desde dentro, la creación y percepción del arte.

 

Delgado-Gal, La esencia del arte.

El arte: imitación y creación.

La relación entre la obra de arte y la realidad ha ido cobrando distintas formas a lo largo de la historia. Desde la antigüedad y durante muchos siglos, el arte fue concebido como una imitación de la realidad natural o humana. Así, el valor estético de la obra artística depende de su grado de aproximación a la realidad, de su “parecido” con esta.

Con el tiempo, surge otro modo de concebir la relación arte-realidad. Más que recreación de la realidad, el arte deviene creación, es decir, la manifestación de la libertad del artista, la expresión de sus sentimientos, emociones o ideas.

Ambas tendencias coexisten en el arte contemporáneo, donde se entremezclan movimientos realistas con vanguardias vinculadas al arte abstracto.

RESPONDER:

1)   Definir los siguientes conceptos, utilizando los textos trabajados: arte, obra de arte, experiencia estética, armonía, fantasía, forma.

2)   ¿cuándo se puede afirmar que cierto producto bello es una obra de arte?

3)   ¿en qué consiste la experiencia estética?

4)   Resume las distintas maneras de entender la realidad entre el arte y la realidad que supone la “mímesis” y el “formalismo”.

5)   Explica la diferencia que hay entre el contenido y la forma en la obra de arte.

6)   En el texto de Hume ¿cuáles son los aspectos subjetivos de la belleza que nombra el autor? ¿qué distingue la belleza de la fealdad?

7)   En el texto de Delgado-Gal, ¿qué significado tiene en el texto el término forma?

DISTINTAS FORMAS DE LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA.

Las bellas artes pueden clasificarse de acuerdo con distintos criterios, lo que origina diferentes tipos de clasificación. Con frecuencia y tradicionalmente se clasifican atendiendo al medio por el que son captados los objetos. Así podemos hablar de artes visuales, auditivas y artes que combinan estos dos medios de manera diferente, como, por ejemplo, la danza y el cine.

4) Artes visuales: literatura y artes plásticas.

Se consideran artes visuales todas las artes que son conocidas a través de la vista, aunque algunas de ellas puedan serlo también a través del tacto. Entre éstas últimas se encuentran las artes plásticas: pintura, escultura y arquitectura.

La literatura también suele considerarse un arte visual, aunque un poema recitado requiere el oído y una obra de teatro requiere la vista y el oído. En realidad, en literatura –en cualquiera de sus formas-, lo que cuenta no es tanto el sonido o la imagen gráfica de las palabras como su significado y sonoridad. Esto vale para todos los géneros literarios, ya que todos utilizan el lenguaje verbal.

Las artes plásticas son artes del espacio y pueden producir con más fidelidad que una descripción literaria los objetos espaciales. Pero, por ser artes del espacio, estáticas, no pueden representar los cambios en el tiempo, cosa que sí pude hacer una descripción literaria.

Además de las artes plásticas “mayores” –arquitectura, escultura y pintura- hay otros tipos de artes plásticas que suelen considerarse artes menores, como la cerámica o la fotografía. También tienen hoy día un valor estético muchos objetos de consumo ordinario en cuyo diseño trabajan en estrecha cooperación artística y técnicos haciendo compatible la utilidad y la funcionalidad con los cánones estéticos.

LECTURA:

OTRA CLASIFICACIÓN DE LAS ARTES.

Aunque la clasificación de las artes según el medio que utilizan es el criterio más corriente y fiable, existen otros modos de clasificarlas, no exentos, eso sí, de dificultades.

Así, por ejemplo, solemos hablar de artes representativas, como la pintura o la escultura, que representan objetos del mundo, y artes no representativas, como la música, que, salvo algunos casos de composiciones icónicas, como El mar de Debussy, no representan ningún fenómeno u objeto real. Pero ese criterio plantea algunos problemas. Por un lado, está el caso de la literatura, que sólo muy indirectamente puede llamarse representativa. Por otra parte, no toda la pintura representa algo exterior a ella. Es el caso de la pintura abstracta, cuyo carácter representativo es más dudoso.

También cabe distinguir entre artes ejecutivas y artes no ejecutivas. Las primeras incluyen obras que necesitan ser ejecutadas para ser tales. Es el caso de la música, el teatro y sus derivados (ópera, danza…). Las segundas engloban aquellas obras que no necesitan ser ejecutadas o interpretadas, como la pintura, la escultura, la arquitectura, la mayor parte de las obras literarias o el cine. Todos los ejemplares del Quijote tienen el mismo calor literario, y todas las copias de Casablanca, idéntico calor cinematográfico.  Sin embargo, cada versión del Mesías de Händel es distinta y posee diferente calor estético.

5) Artes auditivas: la música.

La música se dirige exclusivamente al oído, y está relacionada necesariamente con el tiempo, pues consiste en la sucesión de sonidos. Además, esta sucesión de sonidos requiere un orden determinado que no puede variar.

Por ser necesariamente temporal, la música tiene una característica que no se da en las demás artes. En ella se da siempre una dualidad entre la obra tal como la concibe el compositor y tal como la realiza el intérprete. Porque la música, para “realizarse” como obra de arte, necesita ser interpretada, pues la obra –una sinfonía, un concierto o una canción, por ejemplo- puede realizarse de modo diferente en cada una de sus interpretaciones. Tiene así una multiplicidad de posibles realizaciones.

6) Artes audiovisuales.

Las artes audiovisuales, aunque vayan dirigidas tanto al oído como a la vista, también pueden provocar sensaciones táctiles o corporales. Se suelen considerar como tales: la danza, el teatro, la ópera, el cine… Todas ellas combinan el espacio, el tiempo y el movimiento captados auditiva y visualmente:

-La danza combina la música con la expresión corporal, al servicio de sentimientos y relatos.

-El teatro y la ópera escenifican historia con su correspondiente desarrollo temporal.

- El cine, al igual que el teatro, con otros medios técnicos, reproduce tanto las relaciones espaciales entre las cosas como la sucesión temporal de hechos.

RESPONDER:

a)    Definí en el contexto de las lecturas anteriores los siguientes conceptos: artes visuales, artes plásticas, artes representativas, artes ejecutivas.

b)    ¿qué características crees que tiene las artes plásticas? ¿y las artes audiovisuales?

c)    ¿qué diferencia hay entre las artes ejecutivas y las no ejecutivas? Poné un ejemplo.

SENTIDO Y FUNCIÓN DE LA OBRA DE ARTE.

En principio, la finalidad de las obras de arte que realiza el ser humano no es la utilidad sino el goce estético. Pero el hombre también está capacitado para realizar las obras de arte en las que proyecta alguna finalidad que va más allá de la mera contemplación, añadiéndole un sentido complementario.

Así a lo largo de toda su historia, probablemente desde el momento mismo en que la cueva del paleolítico realiza las pinturas rupestres, dota a las obras de arte de alguna finalidad distinta o añadida. Y, del mismo modo, en su reflexión estética analiza la posible utilidad y el sentido que tienen las obras de arte dentro del momento cultural en que se realizan y, desde otra perspectiva, qué función cumple la obra de arte en la sociedad.

7)    El arte como representación de la realidad.

Probablemente, la primera función de la obra de arte fue la de reproducir, representar, imitar la realidad. El concepto de mímesis se utilizaba para expresar, en la danza, los sentimientos y las experiencias humanas mediante los gestos, el sonido y las palabras del actor. Éste es el significado originario de mímesis: imitación tanto de la naturaleza como de las características, los rasgos y las acciones humanas.

 

Aristóteles formula claramente este modo de entender el arte. Considera que todos los géneros literarios imitan la realidad, y lo mismo dice de la música y de las artes plásticas. Pe ro destaca en este sentido el teatro, en el que el actor representa acciones de hombres buenos, en la tragedia, y de malos en la comedia.

 

Este concepto del arte como mímesis se mantuvo hasta el s. XVIII. En la actualidad ha vuelto a tener importancia en el arte pop y en la pintura hiperrealista.

 

El hiperrealismo es la corriente artística que pretende conseguir la máxima aproximación a la realidad. Para conseguirlo, los artistas recurren al constante empleo de material fotográfico, que les proporciona la información relativa a aquella persona u objeto que desean plasmar en su obra; por este motivo, esta corriente se conoce también como Fotorrealismo.

 

8)    Función pedagógica del arte.

En muchas ocasiones se ha considerado que el arte tiene que cumplir una función pedagógica. Platón, por ejemplo, atribuye esta función educativa a la música, a la que incluye en el currículum de estudios que propone en su obra La República.

 

Para él, las formas musicales representan estados de ánimo, caracteres e incluso valores morales. Y en cuanto a los instrumentos, considera digno el uso de la lira y la cítara por ser adecuados para elevar el ánimo, y no admite el de la flauta, porque considera que desencadena pasiones.

 

Durante la Edad Media, la pintura y la escultura sirven de complemento a la arquitectura, que es fundamentalmente religiosa. Y tanto en las fachadas como en los interiores de los templos, la decoración cumple una función claramente didáctica representando de forma plástica y simbólica pasaje de las Sagradas Escrituras. Para un pueblo iletrado es un buen medio de instrucción.

 

 

RESPONDER:

 

a)    ¿Qué distintos significados tuvo la palabra mímesis a los largo de la historia?

b)    ¿por qué el concepto de mímesis recobró importancia en la actualidad?

c)    ¿en qué sentido habla Platón sobre la función pedagógica del arte?