TEXTOS PARA REFLEXIONAR UNIDAD IV EL CONOCIMIENTO
¿LA REALIDAD
EXISTE?
Al preguntarnos si existe la realidad
externa estamos usando palabras como "existir", "realidad".
"externa". Vocablos que han sido acuñados por el hombre a partir de
una teoría realista. Ellos suponen una distinción entre lo existente y lo no
existente, entre lo real y lo irreal, entre lo externo y lo interno. Si sólo yo
existo, por ejemplo, carece de sentido hablar de lo externo, ya que todo está
en mí.
Si aceptamos la tesis solipsista, nos
veríamos obligados tal vez a distinguir entre las cosas que son ilusiones de
mis sentidos y las cosas que no son ni siquiera eso. Y así reconstruiríamos la
distinción entre la realidad y la irrealidad, entre la existencia e
inexistencia, entre sujeto y objeto: sólo que esto se nos aparecería
"dentro" (¿qué significa dentro?) de un Yo inmenso, universal.
Entonces todos somos realistas en la
práctica.
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Muchos filósofos se preguntaron:
¿Existe la verdad?
Lejos de ser todos ellos decididos
racionalistas, es decir, creyentes en la eficacia de la razón, abundan los que
han planteado serias dudas sobre ella.
Algunos son escépticos, es
decir, ponen en cuestión o niegan rotundamente la capacidad de la razón para
establecer verdades concluyentes.
Otros son relativistas, o
sea, creen que no hay verdades absolutas si no relativas según la etnia, sexo,
posición social, etc. y que por tanto ninguna forma universal de razón puede
ser válida para todos.
Los hay también que desestiman la razón
por su avance laborioso.
Para el escéptico todo supuesto conocimiento
humano es cuanto menos dudoso y a fin de cuentas nos descubre poco o nada de lo
que pretendemos saber.
Quien dice "sólo sé que no sé
nada" ¿no acepta al menos que conoce una verdad, la de su no saber? Si
nada es verdad que no conocemos la verdad, entonces la verdad que no conozcamos
la verdad. (A esta objeción el escéptico podría responder que no duda de la
verdad, sino de que podamos distinguirla siempre fiablemente de lo falso).
Otra duda frente a la duda: podemos
sostener que cada una de nuestras creencias concretas son falibles pero si nos
equivocamos debe entenderse que podríamos acertar, porque si no hay posibilidad
de acierto, tampoco hay posibilidad de error.
Respuesta de Kant al problema del
conocimiento: lo que llamamos conocimiento es una combinación de cuanto aporta
la realidad con las formas de nuestra sensibilidad y las categorías de nuestro
entendimiento. No podemos captar las cosas en sí mismas sino solo tal como las descubrimos
por medio de nuestros sentidos y de la inteligencia que ordena los datos
brindados por ella. O sea, que no conocemos la realidad pura sino sola como es
lo real para nosotros. Nuestro conocimiento es verdadero pero como no llega más
hasta donde lo permiten nuestras facultades. De aquello que no recibimos
información no podemos saber realmente nada y cuando la razón especula en el
vacío sobre absolutos (Dios-alma-universo) entra en contradicción.
El pensamiento es abstracto, o sea que
procede a base de síntesis sucesivas a partir de nuestros datos sensoriales.
También el relativismo pone en cuestión
que seamos alguna vez capaces de alcanzar la verdad por medio de razonamientos.
Ellos opinan que los condicionamientos
subjetivos se imponen a cualquier pretensión de objetividad universal.
Cada cultura tiene su lógica distinta y
cada cual su forma de pensar intransferible. Hay tantas verdades como culturas.
Pero... ¿son tan determinantes las subjetividades?
El último grupo que trataremos son los
que creen en "la verdad". No la alcanzamos por la razón sino que se
nos "revela" a través de Dios o de los ancestros. En tal caso es un
privilegio de unos pocos.
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Todo razonamiento es social porque
reproduce el procedimiento de preguntas y respuestas que empleamos en el debate
con los demás.
Razonar no es algo que se aprende en
soledad sino que se inventa al comunicarse y confrontar con los semejantes:
toda razón es fundamentalmente conversación.
Conversar no es lo mismo que escuchar
sermones o atender voces de mando. Sólo se conversa-sobre todo, solo se
discute- entre iguales. Por eso el hábito filosófico de razonar nace en Grecia
junto con las instituciones políticas de la democracia.
La disposición a filosofar consiste en
decidirse a tratar a los demás como si fueran filósofos: ofreciéndoles razones,
escuchando las suyas y construyendo la verdad, siempre en tela de juicio, a
partir del encuentro entre unas y otras.
En una sociedad democrática las
opiniones de cada cual no son fortalezas o castillos en donde encerrarse como
forma de autoafirmación personal: "tener" una opinión para que la
debatan y en su caso la acepten o la refuten, no simplemente para que sepan
"donde estamos y quiénes somos".
La verdad buscada es siempre resultado,
no punto de partida y esa búsqueda incluye la conversación entre iguales, la
polémica, el debate, la controversia. No como afirmación de la propia subjetividad
sino como vía para alcanzar la verdad objetiva a través de las múltiples
subjetividades. Tenemos múltiples fuentes de conocimiento pero todas deben
pasar por la razón, que verifica, organiza y busca coherencia en lo que sabemos
aunque sea provisionalmente.
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