lunes, 18 de abril de 2022

Comienzo de la filosofía


COMIENZO DE LA FILOSOFÍA

En el siglo VI A.C, en Mileto o Asia Menor (Grecia), comienza a desarrollarse el pensamiento racional. El hombre griego, primero en toda la cultura occidental, entra en contacto con nuevas culturas, nuevas formas de pensamiento y de entender el mundo, lo que le provoca una crisis de valores. Este hombre es el primero en preguntarse qué sentido tiene todo, qué pensamiento es el acertado y cómo podemos explicar la realidad. Influencias de otras posibilidades de vida hacen que Grecia comience a plantearse nuevos retos, nuevas formas de ver la vida Uncomo el paso del mito al logos.

Mitos

"Mythos" era la narración mediante palabras que usaban los griegos hasta aquel momento para explicar todo cuanto le rodeaban. Eran narraciones realizadas por poetas, por lo general de forma oral, en la que se contaba como los dioses daban sentido al mundo, es decir, cómo a través de la figura de los dioses sucedía todo lo que se narraba en estas historias.

Razones

Una de las causas de la aparición de la filosofía fue los límites del pensamiento mítico, cosa que los primeros filósofos se encargaron de marcar.

Uno de los aspectos débiles del mito, desde una perspectiva práctica era su concepción arbitraria, caótica e irregular de los acontecimientos. Con una visión así de las cosas no se pueden predecir o preveer los acontecimientos.

Por otro lado, los dioses griegos se parecían mucho a los hombres. Esto hizo pensar a los filósofos, que los mitos no fueran más que imaginaciones humanas. A pesar de ellos, mantuvieron un carácter divino o casi espiritual de la naturaleza, pero con características abstractas y menos humanas.

Influencias del mito.

Aunque la filosofía supone un cambio de orientación, las influencias de la visión mítica se mantuvieron. En la mitología griega (Homero y Hesíodo) hay que tener en cuenta dos características:

  • La aparición de causa o razón suficiente, búsqueda del primer principio de todo.

  • La idea del mundo como totalidad, como universo.

Circunstancias que posibilitaron la aparición de la filosofía.

  1. Contacto con otros pueblos: desde el punto de vista geográfico, la filosofía se desarrolla en la zona de expansión griega del mediterráneo. Fundamentalmente en dos ámbitos las colonias jónicas y las colonias itálicas. A partir del s VI a C, los griegos incrementan sus contactos comerciales con otros pueblos. Los viajes traen consigo conocimientos técnicos y geográficos, pero además el cultural de nuevas civilizaciones que les permite ver la diversidad de creencias. Esto provoca la “relativización” de las visiones locales en favor de una visión universal. Comienzan a alejarse de las concepciones dogmáticas.

  2. Contacto con Oriente próximo: tomaron los griegos de estas civilizaciones los conocimientos matemáticos y astronómicos.

  3. Ausencia de textos sagrados y de estructuras y organismos religiosos: al no existir un cuerpo dogmático de doctrina y una estructura eclesiástica las oposiciones a las nuevas ideas eran menores.

  4. Circunstancias políticas: Polis y filosofía: 

¿Qué es la filosofía? Martin Heidegger dice que tanto la palabra “filosofía” como la pregunta “¿qué es...?” hablan en griego. Cuando dice que hablan en griego, no se refiere a que hayan sido inventadas por las griegos o expresadas en ese idioma, sino que tienen que ver con algo propio de los griegos y que no se puede comprender del todo sin tomar conciencia de lo que los griegos vivían.

Para comprender lo que quiso decir Heidegger, hay que considerar que la filosofía nace ligada a otro invento típicamente griego como es la polis. El término polis no tiene una traducción que sea adecuada. Se lo suele traducir por “ciudad” o por “ciudad-estado”, pero ambas traducciones son inapropiadas por lo siguiente: cuando se traduce por “ciudad” se tiene la idea de un conjunto de edificios, calles, plazas, barrios, avenidas, etc; a diferencia de otros lugares donde no hay edificios como, por ejemplo, el campo. Pero la polis no tiene que ver con la urbe, sino con una forma de vida particular que surgió entre los griegos, alrededor de lo que podríamos llamar la plaza pública o el ágora.

Traducir polis por “ciudad-estado” tampoco es adecuado, porque se entiende por Estado el aparato administrativo, el gobierno de una comunidad. Así entendido, el Estado se contrapone, en general, a la sociedad, que es el conjunto de los hombres que viven en común. La polis no es una forma de gobierno (ha habido diferentes formas de gobierno de la polis), sino que hace referencia a cómo los griegos se organizaron a sí mismos en comunidad. La polis es la forma propia de los griegos de la vida en común. Es una institución inédita en la antigüedad. No existía, antes de los griegos, una forma de vida como la que se desarrolló en las polis.

¿Qué es lo inédito en la polis? Todas las formas de organización de los pueblos anteriores asumían que había alguien que por alguna razón natural o sobrenatural estaba destinado a mandar sobre los demás y era el que tomaba las decisiones y establecía las leyes. En todas las formas anteriores de vida en común, la decisión acerca de qué era lícito y qué no era lícito, qué se podía hacer y qué no, quién vivía y quién moría, estaba en manos de un solo hombre, ya sea el emperador, el rey, el faraón, etc.. El poder se concentraba en uno y los demás se encontraban subordinados a las decisiones de este uno. Los griegos, en cambio, inventaron una institución en la que todos los ciudadanos (politai) participaban en común en las decisiones sobre los problemas comunes. No se trata de discutir acerca de todos los problemas: por ejemplo, si alguien quiere comprar un par de zapatos más caros o más baratos o si trata bien o mal a mis hijos o si tiene una situación próspera o se encuentra en la miseria; ello sólo incumbea él y a su familia o a grupo de pertenencia, pero no es algo común a todos los ciudadanos. Pero si el gobierno oprime a los ciudadanos o si atacan los persas o si la sequía ha hecho que se pierdan las cosechas, no son problemas de un ciudadano o de una familia o de un barrio, porque los que viven en el centro como los que viven en la periferia tienen el mismo problema si el gobierno no respeta las libertades o si invaden los persas o si no hay alimentos suficientes.

Los problemas que son comunes a todos requieren ser discutidos y resueltos en común. La forma de resolver este tipo de problemas que los griegos inventaron, es abrir un ámbito, un lugar, donde cada uno pueda plantear libremente los proyectos de solución para que, después de deliberar en común, todos los ciudadanos puedan resolver lo que se va a hacer. Por supuesto, para que esto pueda llevarse a cabo, son necesarias varias condiciones. La primera de ellas es que se haya renunciado a tomar decisiones por medio de la violencia. Si se creyese que el que tiene más fuerza es el que tiene el derecho a decidir en última instancia, entonces, siempre los que estén en una posición de debilidad, estarán excluidos de la decisión. En definitiva, las cuestiones se definirían de la misma manera que en culturas anteriores: arbitrariamente. La primera condición para que este sistema funcione, entonces, es que se haya renunciado a hacer la voluntad a través de la fuerza, de la violencia.

Una segunda condición es que los proyectos y los planteos que cada uno haga, sean mediatizados por la palabra. Esta es la razón por la cual, en la Antigua Grecia, la palabra y la deliberación empiezan a tener un papel preponderante en la organización de una comunidad. Anteriormente, sólo tenía relevancia la palabra de Dios o la palabra del Rey. Era una palabra que mandaba, que daba órdenes y que reclamaba obediencia incondicional. Pero, con los griegos, no basta con obedecer las órdenes que se imparten, sino que además hay que encontrar una forma por la cual la mejor solución sea la que todos acepten y obedezcan, y para esto es necesario dar argumentos, es decir, poder fundamentar lo que se dice. Si alguien cree que sabe lo que hay que hacer ante un problema determinado, tiene que dar algún tipo de argumentos para mostrar que esa solución es mejor que la que propone otro.

La preeminencia de la palabra, que comienza a aparecer como una condición de la vida en la polis, implica también un cierto ordenamiento o jerarquización de las palabras y esto es lo que podemos llamar la “lógica argumentativa”. Este tipo de resolución de problemas a través del diálogo, de la discusión o de la argumentación se vincula directamente con la filosofía.

La filosofía es, en alguna medida, una especie de ordenamiento, de sistematización de estos procedimientos, de estos métodos, por los cuales se busca la verdad. Se trata de una verdad que no está inmediatamente ligada al poder, que no depende del poder, como era en todas las concepciones antiguas, anteriores a la de los griegos, en las cuales el lugar del poder y el de la verdad coincidían. A veces, estos lugares aparecen poco diferenciados, como cuando al lado del rey está el brujo, el sacerdote, el mago o algún otro personaje que encarna el “saber”. En esos ejemplos, el poder y el saber aparecen personalizados en dos individuos distintos. De todas maneras el saber es como una función del que detenta el poder. El sabio solamente presta su palabra y da sus consejos, pero el que toma las decisiones en definitiva es el rey.

En la polis, el ámbito del poder y del saber se disocian, es decir que aunque alguien no tenga mayor fuerza o poder que otros, sin embargo, puede volcar la decisión del conjunto a su favor, si su propuesta es mejor, si la puede justificar de la mejor manera o si puede convencer al conjunto. Es decir que, desde el comienzo, la filosofía aparece vinculada a esta forma de organización de la comunidad, que podemos llamar “democrática”, entendiendo por tal cuando el conjunto participa en la toma de decisiones de lo que es común a todos ellos. No hay que confundir este significado con el de la democracia moderna, representativa, con parlamento, partidos políticos, etc. A diferencia de la democracia moderna, la organización de la polis griega requiere una participación directa. No hay representantes sino que cada uno de los ciudadanos ocupa su lugar, tiene su p Esta forma de organización de la vida que inventaron los griegos hace posible la autonomía en las decisiones. “Autónomo” es el que se da las leyes a sí mismo, el que no depende de las órdenes de otro, el que no depende de la decisión que toma el otro, sino que hace lo que decide por sí, conjuntamente con otros. Por esta razón, tanto la polis como la filosofía son muy recelosas de la autonomía y la valoran por sobre todas las cosas. De manera tal que toda actividad que no sea autónoma, que sea una actividad dependiente, subordinada, es algo despreciable. Si alguien realiza alguna cosa que “sirve para” tal otra, lo que tiene valor es esa otra cosa para la cual se está haciendo la actividad, no la actividad misma. Entonces, una actividad que está en función de otra cosa, una actividad que “sirve para”, por definición, no es valiosa en sí misma, porque no es autónoma, no vale por sí misma, vale por la otra hacia la que se dirige y de la cual depende. En la cultura actual suele preponderar la valoración inversa: lo que “vale” es aquello “que sirve”, a tal punto que resulta difícil encontrar ejemplos de actividades que valgan por sí mismas.

Estos rasgos que se han señalado como característicos de las polis griegas, se han obtenido destacando las semejanzas y prescindiendo de las diferencias históricas concretas, es decir, por abstracción. Las instituciones concretas evolucionan a través de los siglos, transitando por situaciones diversas: no son iguales al comienzo, en el curso de su desarrollo histórico o al final. La polis real fue pasando por diferentes grados y formas de participación, más o menos populares, más o menos violentas. Si se hace abstracción de los momentos particulares del desarrollo histórico de la polis, puede decirse que participaban todas las clases sociales. Por otro lado, no hay que olvidar que los ciudadanos participantes en las decisiones comunes no son todos los habitantes sino sólo los varones nativos mayores de edad.

Cada polis es autónoma con respecto a las otras. La polis es una institución local, está circunscripta a un lugar, a diferencia de una nación o un imperio que integra distintas regiones, lugares u organizaciones. La polis es una organización local, en la que sólo tienen participación los que han nacido en ese lugar. Los extranjeros, si son nativos de otra polis, tienen derecho a hablar pero no a decidir, no votan. Los niños, las mujeres y los esclavos no participaban de la asamblea ni podían hablar en ella. No eran considerados ciudadanos. En consecuencia, los “ciudadanos” eran solamente los varones nativos adultos (los que han pasado la adolescencia, los que pueden procrear y combatir).

Un primer rasgo que hay que tener en cuenta, entonces, es esta vinculación esencial entre el nacimiento de la filosofía, entendida como la exigencia de argumentar con razones y de deliberar en común y este funcionamiento de la institución de la polis: la resolución de los problemas comunes en común.

  1. Los primeros filósofos: los presocráticos.

La primera gran figura de la filosofía fue Sócrates (S V a C) pero la filosofía comenzó con un grupo de pensadores, de los que se conservan apenas fragmentos, a los cuales por preceder a Sócrates se les denomina presocráticos.

            Los presocráticos se centran en la reflexión cosmológica, en pensar acerca del  origen de la naturaleza, su pensamiento va más allá de lo mítico, intentan hacer una reflexión de carácter racional, que esté sustentada por argumentos. Quieren saber cuál es el elemento constitutivo de la naturaleza, de qué elemento material surge todo lo que existe, cuál es la esencia de la realidad. Y de esta primera reflexión parten todos los presocráticos, aunque ofrecen respuestas diversas, que a continuación analizaremos, tienen en común el buscar un primer principio del que surge toda la realidad y dicho principio lo entienden como algo material y eterno, de donde surge todo lo que existe. Lo que podemos entender como naturaleza o cosmos. Este primer principio del que surge toda la realidad es el denominado arjé, el origen de todo lo que existe.

Cada uno de ellos ofreció una respuesta distinta, pero podemos agruparlos en dos tendencias: los monistas, que entendían que el primer principio estaba constituido por un único elemento y los pluralistas que defendieron que eran varios elementos los que constituían la realidad.


La Escuela de Mileto

Para Tales de Mileto (S VII-VI a C) el primer principio (arjé) era el agua, entre otras cosas, llegó a esta conclusión al observar que los alimentos contienen agua, tienen humedad. Esto le llevó a identificar la vida con el agua y a pensar que todo surge de esta.

Anaximandro (S VII-VI a C) creyó que el arjé no podría coincidir con un principio material concreto, sino que al ser el origen del mundo material debería tratarse de algo indeterminado e ilimitado, a dicho principio le llamó ápeiron.

Anaxímenes (S VI a C)  creyó que el primer principio debía ser algo indeterminado pero al mismo tiempo debía tener origen en algún elemento material determinado, y propuso el aire, al que consideró infinito pero no indeterminado.

Los pitagóricos

            Aunque los pitagóricos son una escuela que abarca nos dos siglos, la figura más importante es sin duda Pitágoras, fundador de dicha escuela. Esto hace que en muchas ocasiones, logros alcanzados en la escuela varios  sean atribuidos todos a Pitágoras directamente. Por ello se hace más cómodo hablar de manera general de  los pitagóricos.

Todo su pensamiento giraba alrededor de las matemáticas y conformaban lo que podemos llamar una escuela mística. Así  que podríamos calificarlos de científicos y religiosos

Para ellos el arjé estaba en los números, indica Aristóteles en La Metafísica: “los llamados pitagóricos, que fueron los primeros en cultivar las matemáticas, no solo hicieron avanzar a estas, sino que, nutridos de ellas, creyeron que sus principios (los números) eran los principios de todos los entes”.

Es decir, defienden que todas las cosas están compuestas por números y que el mundo es algo ordenado a partir de relaciones numéricas. Aunque debemos comprender que para ellos los números eran una especie de elemento material.

También debemos destacar su teoría de la transmigración de las almas que repercutirá en el pensamiento de Platón. Defienden que el alma es inmortal y que se separa del cuerpo al morir. Si no se purifica correctamente se reencarnará en otro cuerpo hasta conseguir la purificación.

 

Heráclito

Su filosofía gira en torno al problema del cambio, observó que la naturaleza  y el mundo cambian de forma constante, es por ello que la realidad no podía proceder de algo estático, sino que debía ser algo dinámico. Son famosas sus palabras: “Todo se mueve, nada permanece” Y “no podrás bañarte dos veces en el mismo rio”. Todo es continuo movimiento, cambio, pero no se da cualquier cambio, sino que en el cambio continuo que experimenta el mundo los cambios están ordenados. Este principio ordenador se llama logos, que es la ley universal que explica todos los cambios que se producen en el universo. El primer principio del que emerge la realidad como realidad cambiante lo representa en el fuego, elemento material que representa el cambio, ya que este todo lo destruye y todo lo transforma.

 

Parménides

Se opuso a la filosofía de Heráclito intentando negar el cambio, para él, el cambio es un engaño producido por los sentidos. Defiende la existencia del ser como algo único en el que no se da ningún tipo de cambio. El ser es único (no hay división en la realidad), eterno (no tiene ni principio ni fin), perfecto (ni le sobra ni le falta nada) e inteligente.

Se convierte en el primer filósofo en tratar el tema del ser lo que hará que tenga una enorme influencia en la filosofía posterior.

 

Empédocles y Anaxágoras

Empédocles afirmó que el arjé estaba constituido por los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Todas las cosas se dan por la mezcla de estos cuatro elementos, que tras diversas combinaciones dan lugar a todo lo que existe. Dichos elementos se mezclan gracias a una fuerza a la que llama Amor y se separan por otra fuerza a la que llama Odio.

Anaxágoras propone que toda la realidad proviene de la mezcla de pequeñas entidades muy pequeñas y cualitativamente distintas, a las que llama semillas. Todos los cambios que se producen en la naturaleza se dan por las mezclas de estas semillas en diferentes combinaciones. Dichas semillas dependen de un principio ordenador al que llama Nous al que concede cierto carácter divino; lo que implica que todas las cosas tienen una finalidad.

 

Los atomistas

            Leucipo fue el iniciador del atomismo, pero es quizás Demócrito, su discípulo, el atomista más importante. Creyó que toda la realidad provenía de un principio de carácter múltiple: los átomos, los cuales eran partículas indivisibles. Admitió además la existencia del vacío (algo impensable para los filósofos anteriores)  el cual es necesario para que los elementos puedan desplazarse.


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