TRABAJO PRÁCTICO N° 2
En la vida humana,
el tiempo no es más que un instante. La sustancia del ser humano cambia sin
cesar, sus sentidos se degradan, su carne está sujeta a la descomposición, su
alma es turbulenta, la suerte, difícil de prever y la fama, un signo de
interrogación. En breve, su cuerpo es un arroyo fugitivo, su alma, un sueño
insustancial. La vida es una guerra y el individuo, un forastero en tierra
extraña. Además, a la fama sigue el olvido. ¿Cómo puede hallar el ser humano
una manera sensata de vivir? Hay una sola respuesta: en la filosofía. Mi
filosofía consiste en preservar libre de daño y de degradación la chispa vital
que hay en nuestro interior, utilizándola para trascender el placer y el dolor,
actuando siempre con el propósito, evitando las mentiras y la hipocresía, sin
depender de las acciones o los desaciertos ajenos. Consiste en aceptar todo lo
que venga, lo que nos den, como si proviniera de una misma fuente espiritual.
Marco
Aurelio
LA CRISIS PUNTO DE PARTIDA
DEL FILOSOFAR.
Te quiero. Te extraño. Te
llamo por teléfono. No estás. Me angustio. Te espero. Te busco. Pienso en ti:
cierro los ojos y te imagino. Te veo luego, en la calle, y corro a tu
encuentro, te abrazo, te beso, me agito, te digo frases fervorosas. Es el Amor.
De pronto, un día, coloco
una distancia entre tu persona y la mía, congelo la imagen que tenía de ti y de
mis sentimientos y me pregunto: “¿Eso es el amor o es mi amor?”.
Ahora ya no pienso en ti,
tampoco en mí, sino en un problema que está por encima de nosotros, el problema
de un concepto, de una idea, de saber qué es el amor y en qué se distingue de mí
amor: entonces abandono lo particular, ese suceso que atañe a mi persona, y
recuerdo que también hay otros que están enamorados, pienso en las historias de
amor que narra la literatura, en lo que ocurrió entre Romeo y Julieta, y entre
otras parejas. ¿Puedo yo decir “a mi me pasa lo mismo que a ud”?
Quiero saber qué es el
amor; para verificar que lo mío, en efecto, es amor, y no un arrebato
momentáneo delirante. Quiero saber si estoy en lo cierto o si todo es mera
fantasía mía, privada, real, muy real, pero fantasía al fín. Todos estos
temblores internos que llamo amor tal vez merezcan otro nombre y pertenezcan a
una realidad de otro orden.
Estoy en crisis.
“Si no tuvieras esos ojos
verdes –me pregunto-, te querría igual? Digo que sí, claro, pero no estoy
seguro. (…)
He aquí una pregunta que me
desvela. Y cuando estoy desvelado pienso, quiero saber la verdad. Y cuando
quiero saber la verdad, me aparto de la vida, me alejo, tomo distancia y la
contemplo de lejos. Ya no estoy involucrado en eso que pasa, sino que eso que
pasa ahora se me ofrece como objeto de contemplación, de pregunta de asombro. Cuando
pregunto si esto es amor o es mera ilusión mía, o es mi manera de amar pero no
es el amor, hago filosofía. Porque estoy inseguro de lo que vivo. Porque caí en
la duda.
Lo hago, insisto, cuando
caigo en la duda. Caigo y debo levantarme. (…)
Crisis. Algo se ha roto. Se
ha roto el piso, la base de aquello que se vive. Mientras vivimos, no pensamos
en lo que estamos viviendo. Cuando vamos al cine y nos entregamos a la
película, nos olvidamos de que estamos en el cine, viendo una película. Pero si
de pronto hay un corte de luz, despertamos y tomamos conciencia: estamos en un
cine viendo una película, y algo está fallando. Pensamos qué hacer. ¿Quedarnos?
¿Esperar? ¿Volverá la luz? ¿Valía la pena venir al cine?
Uno
piensa en el cine cuando no va al cine, o cuando va y algo no funciona. “Crisis”
significa eso, algo que se rompe y, porque se rompe, hay que analizarlo. De ahí
viene el término “crítica”, que significa análisis o estudio de algo para
emitir un juicio. Y de ahí también “criterio”, que es razonamiento adecuado.
La
crisis nos obliga a pensar. La crisis del mundo, la de nuestras relaciones –que
a veces está a punto a naufragar-, la crisis económica, de la política. Pensar
es consecuencia de alguna crisis. Si no ¿para qué pensar? Si nos va bien en los
negocios, ¿para qué pensar en los negocios? Pero si nos va mal en la vida,
podemos llegar a pensar: “¿Para qué necesito yo todo esto, para qué me sirve?,
¿mejora mi vida con ello?
La
crisis produce análisis, reflexión. Cuando el pensamiento es sistemático,
cuando abarca los grandes temas de la vida, qué es la felicidad, sin dejarse
llevar por las preferencias individuales, se llama filosofía.
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