Inicia la obra, escrita por Platón, entre el 393 y 389 a.C con
la autodefensa que Sócrates se hace ante el pueblo de Atenas, diciendo:
“No sé, atenienses, no sé..”. Estas palabras que serán
precisamente, el inicio del final de su vida, constituyen el centro de su
filosofía: “sólo sé que no se nada”. Aunque en estas primeras líneas se refiere
a que él no sabe cuál es la impresión que ha causado la acusación en las mentes
de sus juzgadores, luego de la lectura de la totalidad de la Apología, queda
claro, que ya él lo suponía
La obra se puede dividir en las siguientes partes:
1. Primera parte
a. La introducción
b. La acusación
c. La explicación del porqué se le acusa
d. Su interpretación del Oráculo de Delfos
e. La refutación de los cargos
f. La autoaniquilación: decir la verdad
2. Segunda parte
a. La aceptación
b. El señalamiento de la pena
3. Tercera parte
a. La profecía
PRIMERA PARTE
a- La introducción:
Sócrates empieza por dejar en claro que es mentira lo que sus
acusadores han dicho de él y que en su defensa, él si se ajustará, como
siempre, a la verdad. Lanza además, una daga con la punta anestesiada a algunos
de los atenienses que lo juzgarán, pues cuando les solicita que lo disculpen,
por no defenderse con el lenguaje de los tribunales, pues sólo conoce el
lenguaje que acostumbra a usar en las plazas públicas, donde “muchos de
vosotros me habéis oído les está diciendo que de condenarlo, deberían de
condenarse ellos también, por haberlo seguido en sus discursos. Deja la
impresión que Sócrates ya intuye el desenlace de este juicio.
Acto seguido, describe cómo será el desarrollo de su defensa:
Responder a las primeras acusaciones falsas.
Responder a sus primeros acusadores
Responder a las acusaciones más recientes.
Hace esta diferencia, porque indica que sus detractores lo
acusan desde hace mucho tiempo atrás (él tiene 70 años para ese momento y que
estas acusaciones han calado hondo en las mentes de otros, de tal forma, que
tiene en su contra, no solo a quienes lo calumnian desde siempre, sino además a
los que han sido persuadidos y a su vez han persuadido a otros de que Sócrates
no cree que haya dioses.
b- La acusación
Menciona a sus acusadores: Melito, Anito y Licón, que
representan a los poetas, artífices y políticos y a los oradores,
respectivamente. Luego, lee su acusación: “Sócrates es culpable de tratar de
penetrar, con curiosidad impía, los secretos de la tierra y del cielo, de hacer
de una mala una buena causa y de enseñar a otros cosas semejantes.” Más
adelante leerá: “Sócrates es culpable de corromper a los jóvenes, de no
reconocer a los dioses del Estado y de introducir nuevas divinidades.”
c- La explicación del porqué se le acusa
Sócrates, dialogando con sus juzgadores, en un franco monólogo,
les dice, como hablando en voz alta: ¿De donde vienen esas calumnias que se han
difundido contra ti? Y responde: viene de cierta sabiduría que hay en mí,
aunque mas adelante dice que no la tiene. Explica que Cherefón, su amigo de la
infancia, un día fue a Delfos, preguntó al oráculo si había en el mundo un
hombre más sabio que Sócrates y la Pita respondió que no.
Sócrates intenta comprender el significado del oráculo y busca a
hombres sabios: poetas, políticos, oradores y artífices para corroborar que si
existen hombres más sabios que él, sin embargo, se percata que, a los ojos de
casi todos, estos pasaban por sabios sin serlo. Intentó convencerlos de tal
error y esto le generó el odio de muchos. Es evidente que hace 2300 años, así
como hoy, conducirse de esta forma, es asegurarse el desprecio de los otros y
una forma de suicidarse.
Esto, que ha sido el origen del odio que le tienen, y que, pienso,
le valió una fama de arrogante, aunque él se perciba muy humilde, será lo que a
la postre, posiblemente, termine siendo la causa de su condena, pues está
confirmando con sus propias palabras, lo que de boca en boca se transmitido y
entre los 500 que lo juzgan, sin lugar a dudas, habrán habido: poetas,
políticos y artífices.
Termina reafirmando: “Por esto es por lo que se me odia, por
decir la verdad”
d- Su interpretación del Oráculo de Delfos
Termina entonces por decir lo que quiso decir el Oráculo:
“Mortales, el más sabio de vosotros es aquél que, a ejemplo de Sócrates,
reconoce que nada es su sabiduría.” Sin embargo su humildad de reconocer que
nada sabe, pienso, es, precisamente, la leña que hace encienda la hoguera del
odio hacia él.
e- La refutación de los cargos
Ante las acusaciones, ya transcritas arriba, Sócrates se
defiende atacando a sus difamadores. Acusa a Melito de mentiroso de petulante y
de insolente Y lo confronta. Le refuta sus alegatos y los aniquila con sus
preguntas. Primeramente le cuestiona ¿quién es la persona capaz de hacer
mejores a los jóvenes? A lo que Melito contesta, las leyes. Le vuelve a
plantear la pregunta y contesta Los Jueces (Jueces y Leyes están en absoluta
concordancia).
En mi criterio, la respuesta de Melito es muy efectiva para
acorralar a Sócrates, pues si este niega lo que dice Melito, estará diciendo
que los 500 jueces (que lo están juzgando) y las leyes creadas por los mismos
atenienses, son incapaces de hacer más virtuosos a los jóvenes, ergo, serán sus
corruptores. Si por el contrario, acepta, como cierto, que esos 500 jueces son
todos capaces de hacer mejor a los jóvenes, estaría aceptando que, por su
envestidura de jueces, son hombres sabios y virtuosos, lo cual, a todas luces
no es así. Sócrates sabía que Melito nunca contestaría la respuesta que él
quería: el filósofo. Al final, la pregunta de Sócrates termina interpretándose
como: ¿Quién es la única persona capaz de hacer peor a los jóvenes? Y para
Melito sólo tiene una respuesta: Sócrates.
Así las cosas, Sócrates descalifica la respuesta de Melito, pero
por su puesto, termina con ello de echar unas gotas más de cicuta a la copa que
tendrá que beber.
En vista que está siendo acusado de corromper a los jóvenes,
pregunta: ¿Qué cosa es mejor para ti, vivir entre gentes de bien o entre
malvados? ¿No es verdad que los malos hacen siempre mal a los que están cerca
de ellos y los buenos hacen siempre algún bien a los que con ellos viven?
¿Habrá, pues alguien que quiera recibir algún daño de aquellos con quienes
trata, más bien que ser favorecido? ¿Cuándo me acusas de corromper a la juventud y de volverla
peor, dices que la corrompo intencionalmente o sin quererlo? Melito responde:
intencionalmente.
Ahora Sócrates, descarga su furia contra Melito, haciendo ver
que si él corrompiera a la juventud, de manera intencional, se estaría
exponiendo a que ellos mismos lo dañaran luego y por lo tanto, se estaría
dañando a sí mismo. Algo así como el refrán que dice: Cría cuervos y te sacarán
los ojos. En mi criterio, pareciera que Sócrates, sí crió cuervos. Los mismos
cuervos que lo escuchaban en sus disertaciones, fueron quienes le llenaron la
copa de cicuta.
Por último Sócrates demuestra que la acusación de que no cree en
los dioses es falsa, pues hace que Melito acepte que Sócrates sí cree en los
Demones, como hijos de los dioses, y si cree en estos, no puede ser que no crea
en los dioses.
f- La autoaniquilación
Siendo que Sócrates sabe las razones del odio que se le profesa
y que intuye cuál será el desenlace de ese juicio, le vuelve a abrir la llave
al dispensador de cicuta, cuando luego de terminar el interrogatorio, en su
discurso le dice a los 500 jueces: “De todas maneras, hagáis caso de Anito o no
hagáis, me absolváis o me condenéis, nunca jamás obraré de otro modo, así tenga
que sufrir mil muertes.”
Para concluir, Sócrates recuerda al jurado que no va a recurrir
a trucos de llantos, ni traerá a sus hijos a provocar compasión. Afirma no temer
a la muerte y asegura que no actuará de manera contraria a su deber religioso,
por lo que confiará plenamente en su sólida argumentación y en la verdad para
ganarse el veredicto. El jurado, sin embargo, lo encuentra culpable por 281
votos a 220.
SEGUNDA PARTE
La aceptación
Sin extrañarse, Sócrates acepta la condena, sin embargo, dice
que esperaba ser condenado por más votos en su contra y no por una diferencia
de tan solo 30.
En la época, nos dicen Meabe y Ascárate : “Cuando un acusado era
declarado culpable y el acusador pedía contra él la pena de muerte, la ley
permitía al acusado condenarse a sí mismo a una de estas tres penas: prisión
perpetua, multa o destierro. La ley había establecido esta disposición para que
los jueces no tuvieran ningún escrúpulo de condenar a un hombre que,
condenándose a sí mismo, se declarara culpable por confesión propia. No cayó
Sócrates en el lazo; no se condenó en manera ninguna, por lo que dice
Jenofonte, ni permitió a sus amigos que lo hiciera: que esto era reconocer la
culpa. De manera que Sócrates reclama su inocencia, y por obedecer a la ley, se
señala a sí mismo una recompensa en lugar de un castigo.”
El señalamiento de la pena
Sócrates, tenía derecho a formular una contrapropuesta a la pena
que se le impuso (la pena de muerte), por lo que propone lo siguiente:
Ofrece comida gratuita en el Pritaneo, lo que “era un honor
reservado a atletas y otros ciudadanos importantes.” Descarta el destierro y
considera una multa de 30 minas, que es lo que sus amigos pueden pagar, pero el
jurado no aceptará por considerarlo una suma muy pequeña comparada con el
castigo impuesto. La pena de muerte es impuesta.
TERCERA PARTE
a- La profecía
Profetiza a los que lo condenaron que serán castigados, que
tendrán un gran número de censores a quienes él (Sócrates) contenía, quienes
serán tanto más severos cuanto que son más jóvenes. Les dice que matando gente
para que no les censuren sus malas vidas, no es una forma honesta de desembarazarse
de los censores. Es mejor esforzarse en ser más virtuoso.
Se dirige luego a los que lo absolvieron y los llama: Jueces, y
les dice que no deben temer a la muerte, que la muerte no es un mal, sino un
bien. Luego se despide para siempre de ellos.
muy buena informacion ;v
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