NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA.
La filosofía comienza en la Grecia antigua, en el Asia Menor, alrededor del s. VII a.C. Allí se establecieron los jonios, uno de los primeros pueblos de habla griega. La situación económica era muy próspera agrícola y comercialmente.
Se fundaron grandes ciudades entre las cuales Éfeso y Mileto eran las más célebres. Estas circunstancias fueron las óptimas para el surgimiento de la cultura artística, literaria y de lo que hoy llamamos filosofía,
Las especulaciones de los primeros filósofos se inician en tono de la búsqueda de respuestas orientadas a conocer la naturaleza. Es el asombro frente a la generación y corrupción de los organismos vivos, los cambios cíclicos, la regularidad del movimiento de los astros, etc, Trataban de dar respuesta al fundamento, el arjé de todo lo que es real.
Si bien la pregunta no era nueva, la forma de responderla sin recurrir a dioses o musas inspiradoras es lo que la hace distinta. Además no apelaban a ninguna tradición, ni a ningún relato de los orígenes. Esta nueva forma también reemplazó la forma de verso por la prosa.
Por ocuparse de la naturaleza o physis también fueron llamados fisiólogos. La physis es la fuente originaria de la que las cosas brotan y el arjé u origen, es la fuerza divina de la naturaleza.
PRIMEROS FILÓSOFOS.
Tales de Mileto: fue el primero en plantear el problema de la physis. Señaló que el arjé era el agua, en el sentido de que lo húmedo hace posible brotar todas las cosas.
Anaximandro: fue discípulo de Tales. Concibió lo ilimitado como el origen de las cosas. El Apeiron palabra griega que indica lo ilimitado, lo infinito.
Pitágoras de Samos: sostuvo que el principio de todo era el número y, para comprender el mundo, había que encontrar el número, la proporción que lo expresara. La organización del cosmos estaría determinada según un orden y una proporcionalidad matemática.
Demócrito de Abdera: planteó que el universo estaba compuesto de átomos y vacío. Los átomos eran infinitos, eternos, perfectos e incapaces de cambiar, pero diferían en tamaño y figura. El vacío era infinito en extensión y en él lo átomos se agrupaban, se separaban, se volvían a agrupar, según leyes determinadas de movimiento. Todas las cosas eran agrupamiento de átomos.
Heráclito y Parménides: fueron los pensadores con mayor influencia posterior. Para Heráclito el principio de todas las cosas era el fuego, a quien identifica con el logos, que a partir de su pensamiento se convertirá en una de las palabras más importantes de la filosofía. Logos es el principio unificador de todas las cosas, las cuales se encuentran en constante devenir. Parménides fue el primero en afirmar al unidad entre ser y pensar.
FILOSOFÍA HELENÍSTICA.
Las transformaciones políticas y culturales que aparejó el imperio de Alejandro Magno, significó el fin de la polis como centro de vida del pueblo griego, así como también la extensión de la cultura griega a los distintos pueblos conquistados antes considerados bárbaros. Atenas fue perdiendo su brillo frente al surgimiento de otros centros culturales, entre los que se destaca la ciudad de Alejandría, famosa por su cuantiosa biblioteca, reservorio del saber de la humanidad para los siglos venideros. A ese período se lo llamó época helenística.
-El epicureísmo: surgió en Atenas a fines del s. IV. Epicuro fundó el Jardín en las afueras de Atenas. Podemos decir que el epicureísmo se centra principalmente en problemas de filosofía práctica. Para Epicuro el bien consiste en el placer como ausencia del dolor corporal y ausencia de inquietud del alma. No se trata del placer como desenfreno o descontrol, se trata más bien de centrar el deseo en lo que es necesario para la vida y prescindir de todo lo que es superfluo. El hombre aspira a la felicidad y esta consiste en la ausencia de perturbación. Para esto no necesita de la vida institucional, ni de los títulos, ni de riquezas porque estos crean dependencia y por consiguiente infelicidad. Lograr la autarquía es para el hombre su mayor felicidad.
-El estoicismo: fue creada por Zenón de Citio en la isla de Chipre. Para los estoicos el placer no es el fin de la vida del hombre sino a lo sumo una consecuencia. Vivir para el hombre es apropiarse del ser y de todo lo que sea apropiado para conservarlo. El hombre es un ser racional y vivir acorde con su naturaleza, consiste en vivir con mesura conciliándose con la razón. La naturaleza racional del hombre conduce a la virtud. El hombre virtuoso se repliega sobre sí mismo, se identifica con la razón y por ello es indiferente al placer, al dolor, a los reclamos de sus tendencias y de sus pasiones. Solo el hombre virtuoso es sabio y sólo el sabio es verdaderamente libre.
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA.
Se denomina filosofía medieval a la filosofía dada en Europa y el Oriente Medio durante el período conocido como Edad Media, periodo que se extiende desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V hasta la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. Los problemas fundamentales discutidos durante este periodo fueron la relación entre la fe y la razón, la naturaleza y existencia de Dios, los límites del conocimiento y la libertad en el hombre, la naturaleza de los universales y la individuación de las sustancias divisibles e indivisibles. La patrística es la fase en la historia de la organización y la teología cristiana que abarca desde el fin del cristianismo primitivo, con la consolidación del canon neotestamentario, hasta alrededor del siglo VIII. Además de la elucidación progresiva del dogma cristiano, la patrística se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías luego.Su nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la historia del dogma. La influencia apologética se debió entre otras cosas al ataque hostil, y por penetrar en los datos de la revelación, el de formarse una imagen totalizadora del mundo y de la vida humana a la luz de la fe. El progreso de lo implícito a lo explícito fue un progreso en la ciencia teológica; en el proceso de argumentación y definición se emplearon conceptos y categorías tomados de la filosofía. La filosofía imperante era el platonismo, neoplatonismo (con toque estoico).Los escritores cristianos no hicieron distinción entre filosofía y teología. Estos mostraron una divergencia de actitud ante la filosofía clásica: como enemiga o como utilidad
FILOSOFÍA EN LA MODERNIDAD..
La razón comenzará a expandirse por todas las esferas de la experiencia humana buscando en convertirse en el fundamento último de la verdad. Se aplicará al movimiento de la naturaleza, a la historia, al arte, a la moral y desde ella se criticará la superstición incubada a menudo en las creencias religiosas. El proyecto de la modernidad fue la intención de habitar racionalmente el mundo, es decir, poner a la razón como fundamento del conocimiento y la acción. Sólo un mundo en donde gobierne la razón los hombres pueden vivir en libertad. Resumiendo:
1. Cada hombre es libre en tanto es capaz de pensar y actuar según principios racionales.
2. Hay supremacía del sujeto frente a la naturaleza.
3. Se separan los distintos ámbitos de cultura (ciencia, arte, ética) cada uno con su propio objeto de estudio.
4. Crítica a los fundamentos de la religión y de las bases irracionales de nuestras acciones y pensamientos.
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
A partir del s xx se empieza a hablar de posmodernidad. Sería una época que ya no estaría comprendida dentro del proyecto moderno y, más aún, que gran parte sería consecuencia de su fracaso (1° y 2° guerra mundial, revolución rusa, aparición del psicoanálisis y por consiguiente del inconsciente humano). Se caracteriza por un profundo escepticismo que ve caer las grandes utopías y relatos históricos. Lleva a la crítica de las instituciones modernas y deja al individuo librado a su propia y solitaria libertad. Los principales aportes vinieron dados por la fenomenología, hermenéutica, existencialismo, estructuralismo, post estructuralismos, etc. solo por nombrar algunas escuelas.
PARA PENSAR
1. ¿cuál era la preocupación de los primeros filósofos?
2. ¿qué es physis y que es arjé?
3. Leer y analizar el siguiente texto de Aristóteles: “Debe haber pues, alguna naturaleza, única y múltiple, a partir de la cual se generan las demás cosas, conservándose ella siempre. No todos dicen lo mismo sobre el número y la especie de ese principio sino que Tales, que inició esta clase de filosofía, sostiene que es el agua (y en consecuencia también la tierra, que parece encontrarse sobre el agua) elaborando quizás esta concepción al observar que todas las cosas tienen un alimento húmedo y que el calor se produce y se mantiene en la humedad.”
4. Poema babilonio de la creación. (Enuma Elish)
Cuando en lo alto de los cielos no habían sido nombrados todavía,
Cuando abajo la tierra no tenía nombre,
Cuando el primordial Apsu, los engendró
Cuando Mammu, cuando Tiamat, madre de todos ellos
Confundían sus aguas…
Himno de la creación (Rig Veda)
En el comienzo sólo existía
Tiniebla envuelta en tiniebla.
Todo era agua indiferenciada.
Principio de devenir
Rodeado por el vacío,
El Uno surgió, por el poder de su propio ardor interno.
a) ¿En qué sentido se habla acerca del agua en estos poemas?
b) ¿Qué diferencia podemos establecer con el texto del punto 3?
5. Leer la “Carta a Meneceo” de Epicuro y responder:
a) ¿Cuáles son las principales causas que llevan al sufrimiento? ¿Qué propone Epicuro para contrarrestarlo?
b) ¿Cómo entiendo Epicuro el placer y la felicidad?
c) ¿A qué edad se debe filosofar y por qué?
d) ¿Qué respondería Epicuro a este razonamiento? “El consumo ha cambiado la vida de la gente, por ejemplo acá en estos barrios la gente va y puede consumir lo que puede, desde un producto barato hasta uno más caro. Yo siempre digo que la gente cuando consume es feliz, el niño que se compra un helado o que se va a comprar una pelota, o el chico que se compró un calzado, o los amigos que se van a comprar una cerveza o las amigas que se van a tomar el té. Cuando termina ese momento son felices, la familia cuando ahorra y se va a comprar un auto, ni hablar de una casa, es un logro en la vida”
Carta a Meneceo
Epicuro a Meneceo, salud.
Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven. Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla. Los principios que siempre te he ido repitiendo, practícalos y medítalos aceptándolos como máximas necesarias para llevar una vida feliz. Considera, ante todo, a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso -tal como lo sugiere la noción común- y no le atribuyas nunca nada contrario a su inmortalidad, ni discordante con su felicidad. Piensa como verdaderos todos aquellos atributos que contribuyan a salvaguardar su inmortalidad. Porque los dioses existen: el conocimiento que de ellos tenemos es evidente, pero no son como la mayoría de la gente cree, que les confiere atributos discordantes con la noción que de ellos posee. Por tanto, impío no es quien reniega de los dioses de la multitud, sino quien aplica las opiniones de la multitud a los dioses, ya que no son intuiciones, sino presunciones vanas, las razones de la gente al referirse a los dioses, según las cuales los mayores males y los mayores bienes nos llegan gracias a ellos, porque éstos, entregados continuamente a sus propias virtudes, acogen a sus semejantes, pero consideran extraño a todo lo que les es diferente. Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida; no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad. Nada hay que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda tampoco nada temible. Es estúpido quien confiese temer la muerte no por el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque, pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, no es sensato que nos angustie durante su espera. El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos. Así pues, la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, éstos han desaparecido ya. A pesar de ello, la mayoría de la gente unas veces rehuye la muerte viéndola como el mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de esta vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehuye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y así como de entre los alimentos no escoge los más abundantes, sino los más agradables, del mismo modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más intenso placer. 2 El que exhorta al joven a una buena vida y al viejo a una buena muerte es un insensato, no sólo por las cosas agradables que la vida comporta, sino porque la meditación y el arte de vivir y de morir bien son una misma cosa. Y aún es peor quien dice: bello es no haber nacido pero, puesto que nacimos, cruzar cuanto antes las puertas del Hades Si lo dice de corazón, ¿por qué no abandona la vida? Está en su derecho, si lo ha meditado bien. Por el contrario, si se trata de una broma, se muestra frívolo en asuntos que no lo requieren. Recordemos también que el futuro no es nuestro, pero tampoco puede decirse que no nos pertenezca del todo. Por lo tanto no hemos de esperarlo como si tuviera que cumplirse con certeza, ni tenemos que desesperarnos como si nunca fuera a realizarse. Del mismo modo hay que saber que, de los deseos, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos que son necesarios y otros tan sólo naturales. De los necesarios, unos son indispensables para conseguir la felicidad; otros, para el bienestar del cuerpo; otros, para la propia vida. De modo que, si los conocemos bien, sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o la tranquilidad del alma, ya que éste es el objetivo de una vida feliz, y con vistas a él realizamos todos nuestros actos, para no sufrir ni sentir turbación. Tan pronto como lo alcanzamos, cualquier tempestad del alma se serena, y al hombre ya no le queda más que desear ni busca otra cosa para colmar el bien del alma y del cuerpo. Pues el placer lo necesitamos cuando su ausencia nos causa dolor, pero, cuando no experimentamos dolor, tampoco sentimos necesidad de placer. Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y fin de una vida feliz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos cualquier elección o aversión y a él nos referimos al juzgar los bienes según la norma del placer y del dolor. Y, puesto que éste es el bien primero y connatural, por ese motivo no elegimos todos los placeres, sino que en ocasiones renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un trastorno aún mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si obtenemos un mayor placer cuanto más tiempo hayamos soportado el dolor. Cada placer, por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que elegirlos todos. De modo similar, todo dolor es un mal, pero no siempre hay que rehuir del dolor. Según las ganancias y los perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal es un bien. La autarquía la tenemos por un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco, sino para que, si no tenemos mucho, con este poco nos baste, pues estamos convencidos de que de la abundancia gozan con mayor dulzura aquellos que mínimamente la necesitan, y que todo lo que la naturaleza reclama es fácil de obtener, y difícil lo que representa un capricho. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que los exquisitos, cuando satisfacen el dolor que su falta nos causa, y el pan y el agua son motivo del mayor placer cuando de ellos se alimenta quien tiene necesidad. 3 Estar acostumbrado a una comida frugal y sin complicaciones es saludable, y ayuda a que el hombre sea diligente en las ocupaciones de la vida; y, si de modo intermitente participamos de una vida más lujosa, nuestra disposición frente a esta clase de vida es mejor y nos mostramos menos temerosos respecto a la suerte. Cuando decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y crápulas, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. Pues ni los banquetes ni los festejos continuados, ni el gozar con jovencitos y mujeres, ni los pescados ni otros manjares que ofrecen las mesas bien servidas nos hacen la vida agradable, sino el juicio certero que examina las causas de cada acto de elección y aversión y sabe guiar nuestras opiniones lejos de aquellas que llenan el alma de inquietud. El principio de todo esto y el bien máximo es el juicio, y por ello el juicio -de donde se originan las restantes virtudes- es más valioso que la propia filosofía, y nos enseña que no existe una vida feliz sin que sea al mismo tiempo juiciosa, bella y justa, ni es posible vivir con prudencia, belleza y justicia sin ser feliz. Pues las virtudes son connaturales a una vida feliz, y el vivir felizmente se acompaña siempre de virtud. Porque, ¿A qué hombre considerarías superior a aquel que guarda opiniones piadosas respecto a los dioses, se muestra tranquilo frente a la muerte, sabe qué es el bien de acuerdo con la naturaleza, tiene clara conciencia de que el límite de los bienes es fácil de alcanzar y el límite de los males, por el contrario, dura poco tiempo, y comporta algunas penas; que se burla del destino, considerado por algunos señor absoluto de todas las cosas, afirmando que algunas suceden por necesidad, otras casualmente; otras, en fin, dependen de nosotros, porque se da cuenta de que la necesidad es irresponsable, el azar inestable, y, en cambio, nuestra voluntad es libre, y, por ello, digna de merecer repulsa o alabanza? Casi era mejor creer en los mitos sobre los dioses que ser esclavo de la predestinación de los físicos; porque aquéllos nos ofrecían la esperanza de llegar a conmover a los dioses con nuestras ofrendas; y el destino, en cambio, es implacable. Y el sabio no considera la fortuna como una divinidad -tal como la mayoría de la gente cree- , pues ninguna de las acciones de los dioses carece de armonía, ni tampoco como una causa no fundada en la realidad, ni cree que aporte a los hombres ningún bien ni ningún mal relacionado con su vida feliz, sino solamente que la fortuna es el origen de grandes bienes y de grandes calamidades. El sabio cree que es mejor guardar la sensatez y ser desafortunado que tener fortuna con insensatez. Lo preferible, ciertamente, en nuestras acciones, es que el buen juicio prevalezca con la ayuda de la suerte. Estos consejos, y otros similares medítalos noche y día en tu interior y en compañía de alguien que sea como tú, y así nunca, ni estando despierto ni en sueños, sentirás turbación, sino que, por el contrario, vivirás como un dios entre los hombres. Pues en nada se parece a un mortal el hombre que vive entre bienes imperecederos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario