El comienzo y el origen de la filosofía
Cuando preguntamos: ¿qué es la filosofía?,
aquello por lo que preguntamos (la filosofía) procede de Grecia, pero también
el modo cómo preguntamos tiene la misma procedencia. Hacer preguntas
como: “¿qué es esto?”, es algo que inventaron los antiguos griegos.
Pero, es necesario precisar un poco más este tipo de preguntas, puesto que
tiene muchos significados. “Podemos preguntar: ¿qué es eso allá a lo lejos?
Recibimos la respuesta, por ejemplo: eso es un árbol. La respuesta consiste en
que damos su nombre a una cosa que no (re)conocemos bien.”
“Sin embargo, podemos seguir preguntando:
¿Qué es eso que llamamos «árbol»? Con la pregunta formulada ahora llegamos ya a
la proximidad del qué es griego. Es aquella forma del preguntar
que desarrollaron Sócrates, Platón y Aristóteles. Preguntan, por ejemplo: ¿Qué
es lo bello? ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la naturaleza? ¿Qué es el
movimiento?”. Cuando, según el modo de preguntar de la filosofía que procede de
los griegos, preguntamos “¿qué es esto?”, no pedimos que se nos instruya sobre el
nombre de esa cosa, sino que queremos saber cuál es su ser, en qué
consiste su esencia. Por ejemplo, en qué consiste lo bello, cuál es la esencia
del conocimiento, cuál es el modo de ser propio de la naturaleza.
Preguntar “¿qué es la filosofía?”, implica
remitirnos a una tradición, a un camino histórico, que comienza cuando esta
actividad que llamamos “filosofía” fue inventada y que se desenvuelve hasta la
actualidad cada vez que se vuelve a preguntar “¿qué es esto?”. Nos encontramos
así con una historia de la filosofía, que comienza en algún lugar en las
islas del mar Jónico hacia el siglo VII a. C. y que se extiende hasta la
actualidad.
Cuando se investiga cómo comenzó algo, hay
que remitirse a su historia; pero cuando se pregunta por el origen de
algo, lo que se busca es el impulso o la motivación que mueve a ese algo, que
lo ha originado. ¿Cuál es el origen de la filosofía? Es un impulso
múltiple: Platón y Aristóteles decían que es el asombro el que lleva (no
sólo en sus comienzos, sino siempre que se hace filosofía) a los hombres a
filosofar. El asombro es la pasión -o mejor, el temple de ánimo- que
mueve a la filosofía. El asombro nos impele a conocer porque nos hace patente
la conciencia de no saber.
Para Descartes, el origen de la filosofía
estaba en la duda. Dudar es poner a prueba una supuesta verdad. Para
Descartes, aquello que impulsa a los hombres hacia la filosofía es la búsqueda
de una verdad evidente, de un fundamento seguro y firme, que permita deshacerse
de los prejuicios, de las opiniones infundadas y de toda autoridad externa. La
duda impulsa a conocer porque expresa la necesidad de seguridad, de certeza, de
fundamento. Karl Jaspers admite un tercer origen de la filosofía en lo que
llama “la conmoción del hombre y de la conciencia de estar perdido”: hay
ciertas situaciones límites (la muerte, el dolor, el azar, la lucha, la
culpa, la desconfianza respecto del mundo) a las que reaccionamos (cuando
podemos tomar conciencia de ello) con la desesperación y la conversión:
“llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de la conciencia de
nuestro ser.”
“Dicho de otra manera: el hombre busca la
salvación. Esta se la brindan las grandes religiones universales de la
salvación. La nota distintiva de éstas es el dar una garantía objetiva de la
verdad y realidad de la salvación. El camino de ella conduce al acto de la
conversión del individuo. Esto no puede darlo la filosofía. Y sin embargo, es
todo filosofar un superar el mundo, algo análogo a la salvación”.
Finalmente, el escritor argentino José Pablo
Feinmann sostuvo que el origen de la filosofía está en la desesperanza.
Ella “aparece en ciertos singulares momentos: cuando se siente que la historia
no juega, necesariamente, del lado de uno, que nada tiene que ver con el
progreso indefinido, que tiene avances pero también dolorosos y hasta cruentos
retrocesos; cuando no se ve el horizonte ni se sabe cómo inventarlo. Aquí
aparece. Cuando alcanzan los dedos de una mano para enumerar nuestras certezas”.
La desesperanza nos mueve a conocer porque nos hace darnos cuenta de nuestra
finitud, de nuestra limitación y de nuestra impotencia.
Polis y filosofía
¿Qué es la filosofía? Martin Heidegger dice
que tanto la palabra “filosofía” como la pregunta “¿qué es...?” hablan en
griego. Cuando dice que hablan en griego, no se refiere a que hayan sido
inventadas por las griegos o expresadas en ese idioma, sino que tienen que ver
con algo propio de los griegos y que no se puede comprender del todo sin
tomar conciencia de lo que los griegos vivían.
Para comprender lo que quiso decir
Heidegger, hay que considerar que la filosofía nace ligada a otro invento
típicamente griego como es la polis. El término polis no tiene
una traducción que sea adecuada. Se lo suele traducir por “ciudad” o por
“ciudad-estado”, pero ambas traducciones son inapropiadas por lo siguiente:
cuando se traduce por “ciudad” se tiene la idea de un conjunto de edificios,
calles, plazas, barrios, avenidas, etc; a diferencia de otros lugares donde no
hay edificios como, por ejemplo, el campo. Pero la polis no tiene que
ver con la urbe, sino con una forma de vida particular que surgió entre
los griegos, alrededor de lo que podríamos llamar la plaza pública o el ágora.
Traducir polis por “ciudad-estado”
tampoco es adecuado, porque se entiende por Estado el aparato administrativo,
el gobierno de una comunidad. Así entendido, el Estado se contrapone, en
general, a la sociedad, que es el conjunto de los hombres que viven en común.
La polis no es una forma de gobierno (ha habido diferentes formas de
gobierno de la polis), sino que hace referencia a cómo los griegos se
organizaron a sí mismos en comunidad. La polis es la forma propia de los
griegos de la vida en común. Es una institución inédita en la antigüedad. No
existía, antes de los griegos, una forma de vida como la que se desarrolló en
las polis.
¿Qué es lo inédito en la polis? Todas
las formas de organización de los pueblos anteriores asumían que había alguien
que por alguna razón natural o sobrenatural estaba destinado a mandar sobre los
demás y era el que tomaba las decisiones y establecía las leyes. En todas las
formas anteriores de vida en común, la decisión acerca de qué era lícito y qué
no era lícito, qué se podía hacer y qué no, quién vivía y quién moría, estaba
en manos de un solo hombre, ya sea el emperador, el rey, el faraón, etc.. El
poder se concentraba en uno y los demás se encontraban subordinados a las
decisiones de este uno. Los griegos, en cambio, inventaron una institución en
la que todos los ciudadanos (politai) participaban en común en las
decisiones sobre los problemas comunes. No se trata de discutir acerca de todos
los problemas: por ejemplo, si alguien quiere comprar un par de zapatos más
caros o más baratos o si trata bien o mal a mis hijos o si tiene una situación
próspera o se encuentra en la miseria; ello sólo incumbea él y a su familia o a
grupo de pertenencia, pero no es algo común a todos los ciudadanos. Pero si el
gobierno oprime a los ciudadanos o si atacan los persas o si la sequía ha hecho
que se pierdan las cosechas, no son problemas de un ciudadano o de una familia
o de un barrio, porque los que viven en el centro como los que viven en la
periferia tienen el mismo problema si el gobierno no respeta las libertades o
si invaden los persas o si no hay alimentos suficientes.
Los problemas que son comunes a todos requieren
ser discutidos y resueltos en común. La forma de resolver este tipo de
problemas que los griegos inventaron, es abrir un ámbito, un lugar, donde cada
uno pueda plantear libremente los proyectos de solución para que, después de
deliberar en común, todos los ciudadanos puedan resolver lo que se va a hacer.
Por supuesto, para que esto pueda llevarse a cabo, son necesarias varias condiciones.
La primera de ellas es que se haya renunciado a tomar decisiones por medio de
la violencia. Si se creyese que el que tiene más fuerza es el que tiene el
derecho a decidir en última instancia, entonces, siempre los que estén en una
posición de debilidad, estarán excluidos de la decisión. En definitiva, las
cuestiones se definirían de la misma manera que en culturas anteriores:
arbitrariamente. La primera condición para que este sistema funcione, entonces,
es que se haya renunciado a hacer la voluntad a través de la fuerza, de la
violencia.
Una segunda condición es que los proyectos y
los planteos que cada uno haga, sean mediatizados por la palabra. Esta es la
razón por la cual, en la Antigua Grecia, la palabra y la deliberación empiezan
a tener un papel preponderante en la organización de una comunidad.
Anteriormente, sólo tenía relevancia la palabra de Dios o la palabra del Rey.
Era una palabra que mandaba, que daba órdenes y que reclamaba obediencia
incondicional. Pero, con los griegos, no basta con obedecer las órdenes que se
imparten, sino que además hay que encontrar una forma por la cual la mejor
solución sea la que todos acepten y obedezcan, y para esto es necesario dar
argumentos, es decir, poder fundamentar lo que se dice. Si alguien cree que
sabe lo que hay que hacer ante un problema determinado, tiene que dar algún
tipo de argumentos para mostrar que esa solución es mejor que la que propone
otro.
La preeminencia de la palabra, que comienza
a aparecer como una condición de la vida en la polis, implica también un
cierto ordenamiento o jerarquización de las palabras y esto es lo que podemos
llamar la “lógica argumentativa”. Este tipo de resolución de problemas a través
del diálogo, de la discusión o de la argumentación se vincula directamente con
la filosofía.
La filosofía es, en alguna medida, una
especie de ordenamiento, de sistematización de estos procedimientos, de estos
métodos, por los cuales se busca la verdad. Se trata de una verdad que no está
inmediatamente ligada al poder, que no depende del poder, como era en todas las
concepciones antiguas, anteriores a la de los griegos, en las cuales el lugar
del poder y el de la verdad coincidían. A veces, estos lugares aparecen poco
diferenciados, como cuando al lado del rey está el brujo, el sacerdote, el mago
o algún otro personaje que encarna el “saber”. En esos ejemplos, el poder y el
saber aparecen personalizados en dos individuos distintos. De todas maneras el
saber es como una función del que detenta el poder. El sabio solamente presta
su palabra y da sus consejos, pero el que toma las decisiones en definitiva es
el rey.
En la polis, el ámbito del poder y
del saber se disocian, es decir que aunque alguien no tenga mayor fuerza o
poder que otros, sin embargo, puede volcar la decisión del conjunto a su favor,
si su propuesta es mejor, si la puede justificar de la mejor manera o si puede
convencer al conjunto. Es decir que, desde el comienzo, la filosofía aparece
vinculada a esta forma de organización de la comunidad, que podemos llamar
“democrática”, entendiendo por tal cuando el conjunto participa en la toma de
decisiones de lo que es común a todos ellos. No hay que confundir este
significado con el de la democracia moderna, representativa, con parlamento,
partidos políticos, etc. A diferencia de la democracia moderna, la organización
de la polis griega requiere una participación directa. No hay
representantes sino que cada uno de los ciudadanos ocupa su lugar, tiene su p Esta
forma de organización de la vida que inventaron los griegos hace posible la autonomía
en las decisiones. “Autónomo” es el que se da las leyes a sí mismo, el que
no depende de las órdenes de otro, el que no depende de la decisión que toma el
otro, sino que hace lo que decide por sí, conjuntamente con otros. Por esta
razón, tanto la polis como la filosofía son muy recelosas de la
autonomía y la valoran por sobre todas las cosas. De manera tal que toda
actividad que no sea autónoma, que sea una actividad dependiente, subordinada,
es algo despreciable. Si alguien realiza alguna cosa que “sirve para” tal otra,
lo que tiene valor es esa otra cosa para la cual se está haciendo la actividad,
no la actividad misma. Entonces, una actividad que está en función de otra
cosa, una actividad que “sirve para”, por definición, no es valiosa en sí
misma, porque no es autónoma, no vale por sí misma, vale por la otra hacia la
que se dirige y de la cual depende. En la cultura actual suele preponderar la
valoración inversa: lo que “vale” es aquello “que sirve”, a tal punto que
resulta difícil encontrar ejemplos de actividades que valgan por sí mismas.
Estos rasgos que se han señalado como
característicos de las polis griegas, se han obtenido destacando las
semejanzas y prescindiendo de las diferencias históricas concretas, es decir,
por abstracción. Las instituciones concretas evolucionan a través de los
siglos, transitando por situaciones diversas: no son iguales al comienzo, en el
curso de su desarrollo histórico o al final. La polis real fue pasando
por diferentes grados y formas de participación, más o menos populares, más o
menos violentas. Si se hace abstracción de los momentos particulares del
desarrollo histórico de la polis, puede decirse que participaban todas
las clases sociales. Por otro lado, no hay que olvidar que los ciudadanos
participantes en las decisiones comunes no son todos los habitantes sino
sólo los varones nativos mayores de edad.
Cada polis es autónoma con respecto a
las otras. La polis es una institución local, está circunscripta
a un lugar, a diferencia de una nación o un imperio que integra distintas
regiones, lugares u organizaciones. La polis es una organización local,
en la que sólo tienen participación los que han nacido en ese lugar. Los
extranjeros, si son nativos de otra polis, tienen derecho a hablar pero
no a decidir, no votan. Los niños, las mujeres y los esclavos no participaban
de la asamblea ni podían hablar en ella. No eran considerados ciudadanos. En
consecuencia, los “ciudadanos” eran solamente los varones nativos adultos (los
que han pasado la adolescencia, los que pueden procrear y combatir).
Un primer rasgo que hay que tener en cuenta,
entonces, es esta vinculación esencial entre el nacimiento de la filosofía,
entendida como la exigencia de argumentar con razones y de deliberar en común y
este funcionamiento de la institución de la polis: la resolución de los
problemas comunes en común.
PARA
PENSAR
1. ¿Cuál es el comienzo de
la filosofía?
2. ¿Cuáles son los orígenes
de la filosofía?
3. ¿Qué quiere decir que el
término “filosofía” habla en griego?
4. ¿Cuáles son las
condiciones que hacen posible el funcionamiento de la polis?
5. ¿Por qué la autonomía y
la libertad son valores fundamentales para la polis y para la filosofía?
6. ¿Qué relación hay entre
la “razón”, la polis y la filosofía?
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