En la época actual de los grandes avances tecnológicos,
internet, aceleradores de partículas….¿ qué INFORMACIÓN podemos recibir de la
filosofía?
NINGUNA
La filosofía es incompatible con las noticias y la
información está hecha de noticias. Por ejemplo recibimos esta noticia con la
siguiente información:
“Según la OMS cada día mueren 10.000 niños por desnutrición”
Opiniones posibles:
-es un desajuste del ciclo macroeconómico global.
-es a causa de la superpoblación;
-es por el injusto reparto de bienes;
-es voluntad de Dios;
-es la fatalidad del destino;
-alguien
podría decir: ¡en qué mundo vivimos!
Pero si cambiamos los signos podemos decir:
¿en qué mundo vivimos?
La respuesta científica podría ser:
-En el planeta Tierra
Una respuesta económica:
-en un mundo de injusticia en la distribución de la riqueza
Una respuesta religiosa:
-un mundo de pecadores.
Pero esto: NO EXPLICA QUE SIGNFICA ESTA
INFORMACIÓN, NECESITAMOS UNA PREGUNTA FILOSÓFICA.
Diferencia FILOSOFÍA-CIENCIA.
Podemos distinguir tres niveles de entendimiento:
INFORMACIÓN
Presenta
hechos y mecanismos primarios.
CONOCIMIENTO
Reflexiona
sobre la información recibida, jerarquizando
Su importancia y busca principios generales para
Ordenarlos.
SABIDURÍA
Vincula
el conocimiento con las opciones vitales o con valores
Que podemos elegir, intentando establecer cómo vivir mejor de
Acuerdo con lo que sabemos.
La Ciencia toma: INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO.
La Filosofía toma: CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA.
Tanto la filosofía como la ciencia intentan responder
preguntas. Entre sus orígenes estuvieron unidas. Pero…
La ciencia pretende explicar cómo esta hechas las cosas y
cómo funcionan y la filosofía se centra en el qué significa para nosotros.
CIENCIA
FILOSOFÍA
-Punto de vista
impersonal.
–El
conocimiento tiene un sujeto
-Qué hay y qué
sucede
-Cómo impacta en nosotros
-Multiplica
perspectivas
-Enmarca saberes
-busca saberes sin
suposiciones
-Quiere saber si nuestros saberes son
Verdaderos o ignorancia disfrazada.
-Se apoya en saberes
anteriores
-Es un camino solitario
Mientras la historia se pregunta por ejemplo : ¿qué sucedió
con el hombre en la prehistoria? La filosofía se pregunta ¿qué es el tiempo?
Mientras la matemática se pregunta ¿qué relación hay entre
los números racionales? La filosofía se pregunta ¿qué son los números?
Mientras la física se pregunta: ¿cómo es la estructura de un
átomo? La filosofía se pregunta ¿cómo podemos saber qué hay dentro de nuestra
mente?
Mientras la psicología se pregunta: ¿ cómo aprenden a leer
los chicos? La filosofía se pregunta ¿qué es el lenguaje?
La ciencia da SOLUCIONES la filosofía da RESPUESTAS QUE NO
SOLUCIONAN.
Las respuestas filosóficas NO solucionan las preguntas de lo
real sino que más bien cultivan la pregunta y no ayuda a seguir preguntando.
DOS COSAS IMPORTANTES
1) Uno puede investigar
científicamente por otro pero no puede pensar filosóficamente por otro.
2) Los avances científicos tienen como
objetivo mejorar nuestro conocimiento de la realidad mientras que filosofar
ayuda a transformar y ampliar la visión personal del mundo de quien se dedica a
esa tarea.
Nos pasamos la vida haciendo preguntas: ¿qué hay esta noche
para cenar?, ¿cómo se llama esa chica?, ¿cuál es la tecla de la computadora
para «borrar»?, ¿cuánto son cincuenta por treinta?, ¿cuál es la capital de
Honduras?, ¿adónde iremos de vacaciones?, ¿quién agarró mi celu?, ¿has estado
en París?, ¿a qué temperatura hierve el agua?, ¿me quieres?
Necesitamos hacer preguntas para saber cómo resolver nuestros
problemas, o sea, cómo actuar para conseguir lo que queremos. En una palabra,
hacemos —y nos hacemos— preguntas para aprender a vivir mejor. Quiero saber qué
voy a comer, adónde puedo ir, cómo es el mundo, qué tengo que hacer para viajar
en el menor tiempo posible a casa o a donde viven mis amigos, etcétera. Si
tengo inquietudes científicas, me gustaría saber cómo hacer volar un avión o
cómo curar el cáncer. De la respuesta a cada una de esas preguntas depende lo
que haré después: si lo que quiero es ir a Nueva York y pregunto cómo puedo
viajar hasta allí, será muy interesante enterarme de que en avión tardaré seis
horas, en barco dos o tres días y a nado aproximadamente un año, si los
tiburones no lo impiden. A partir de lo que aprendo con esas respuestas tan
informativas, decidiré si prefiero comprarme un billete de avión o un traje de
baño.
¿A quién tengo que hacer esas preguntas tan necesarias para
conseguir lo que quiero y para actuar del modo más práctico posible? Pues deberé preguntar a quienes saben
más que yo, a los expertos en cada uno de los temas que me interesan: a los geógrafos
si se trata de geografía, a los médicos si es cuestión de salud, a
losinformáticos si no sé por qué se me bloquea el ordenador, a la agencia de
viajes para organizar lo mejor posible mi paseo por Nueva York,
etcétera. Afortunadamente, aunque uno ignore muchas cosas, estamos
rodeados de sabios que pueden aclararnos la mayoría de nuestras
dudas. Lo importante es acertar con la persona a la que vamos a
preguntar. Porque el carpintero no nos servirá de nada en cuestiones
informáticas ni el mejor entrenador de fútbol sabrá quizá
aclararnos cuál es la ruta más segura para escalar el Everest. De
modo que la primera pregunta, anterior a cada una de las demás, es:
¿quién sabe más de esta cuestión que me interesa?, ¿dónde está el experto que
puede darme la información útil que necesito? Y en cuanto lo tengamos localizado
—sea en persona, en un libro, en Wikipedia o como fuere—, ¡a por él sin contemplaciones,
hasta que suelte lo que quiero saber!
Como normalmente pregunto para saber qué debo hacer, en
cuanto conozco la respuesta me pongo manos a la obra y la pregunta en sí misma
deja de interesarme. ¿A qué temperatura hierve el agua?, pregunto, porque
resulta que quiero cocerme un huevo para desayunar. Cuando lo sé, pongo el
microondas a esa temperatura y me olvido de lo demás. ¡Ah, y luego me como el
huevo! Sólo quiero saber para actuar: cuando ya sé lo que debo
hacer, tacho la pregunta y paso a otra cuestión urgente.
Pero… ¿y si de pronto se me ocurre una pregunta que no tiene
nada que ver con lo que voy a comer, ni con mis viajes, ni con las prestaciones
de mi celular, ni siquiera con la geografía, la física o las demás ciencias que
conozco? Una pregunta con la que no puedo hacer nada y con la que no sé qué
hacer… ¿entonces, qué?
Vamos con otro ejemplo, para entendernos… Supón que le
preguntas a alguien qué hora es. Se lo preguntas a alguien que tiene un buen
reloj, claro. Quieres saber la hora porque vas a tomar un tren o porque tienes
que poner la tele cuando empiece tu programa favorito o porque has quedado con
los amigos para ir a bailar, lo que prefieras. El dueño del reloj estudia el
cacharro que lleva en su muñeca y te responde: «Las seis menos cuarto». Bueno,
pues ya está: el asunto de la hora deja de preocuparte, queda cancelado.
Pero imagínate que en lugar de preguntar «¿qué hora es?» se
te ocurre la pregunta «¿qué es el tiempo?». Ay, caramba, ahora sí que empiezan
las dificultades.
Porque, para empezar, sea el tiempo lo que sea vas a seguir
viviendo igual: no saldrás más temprano ni más tarde para ver a los amigos o
para tomar el tren. La pregunta por el tiempo no tiene nada que ver con lo que
vas a hacer sino más bien con lo que tú eres. El tiempo es algo que
te pasa a ti, algo que forma parte de tu vida: quieres saber qué es el tiempo
porque pretendes conocerte mejor, porque te interesa saber de qué va todo este
asunto —la vida— en el que resulta que estás metido.
Preguntar «¿qué es el tiempo?» es algo parecido a preguntar
«¿cómo soy yo?». No es una cuestión nada fácil de responder…
Segunda complicación: si quieres saber qué es el tiempo… ¿a
quién se lo preguntas?, ¿a un relojero?, ¿a un fabricante de calendarios? La
verdad es que no hay especialistas en el tiempo, no hay «tiempólogos». A lo
mejor un científico te habla de la teoría de la relatividad y del tiempo en el
espacio interplanetario; un antropólogo puede explicarte las diferentes formas
de medir el paso del tiempo que han inventado las sociedades; y un poeta te
cantará en verso la nostalgia del tiempo que se fue y de lo que se llevó con
él… Pero tú no te conformas con ninguna de esas opiniones parciales porque lo
que te gustaría saber es lo que el tiempo realmente es, sea en
el espacio interplanetario, en la historia o en tu biografía. ¿De qué va el
tiempo… y por qué se va? No hay expertos en este tema, pero en cambio la
cuestión puede interesarle a cualquiera como tú, es decir, a cualquier otro ser
humano. De modo que no hace falta que te empeñes en encontrar a un sabio para
que te resuelva tus dudas: mejor será que hables con los demás, con tus
semejantes, con otros preocupados como tú. A ver si entre todos encontráis
alguna respuesta válida.
Te señalo otra característica sorprendente de esta
interrogación que te has hecho. A diferencia de las demás preguntas, las que
dejan de interesarte en cuanto te las contesta el que sabe del asunto, en este
caso la cuestión del tiempo te intriga más cuanto más te la intentan responder
unos y otros. Las diversas contestaciones aumentan cada vez más tu curiosidad
por el tema en lugar de liquidarla: se te despiertan las ganas de preguntar más
y más, no de renunciar a preguntar.
Y no creas que se trata sólo de la pregunta por el tiempo; si
quieres saber qué es la libertad, o la muerte, o el Universo, o la verdad, o la
naturaleza o… algunas otras grandes cosas así, te ocurrirá lo mismo. Como
verás, no son ni mucho menos temas «raros»: ¿acaso es una cosa extravagante o
insólita la muerte o la libertad? Pero tampoco son preguntas corrientes, o sea
que no son prácticas, ni científicas: son preguntas filosóficas.
Llamamos «filosofía» al esfuerzo por contestar esas preguntas y por seguir
preguntando después, a partir de las respuestas que has recibido o que has
encontrado tú mismo. Porque una característica de ponerse en plan filosófico es
no conformarse fácilmente con la primera explicación que tienes de un asunto,
ni con la segunda, ni siquiera con la tercera o la cuarta.
Encontrarás gente que para todas estas preguntas te va a
prometer una respuesta definitiva y total, ya verás. Ellos saben la verdad
buena y garantizada sobre cada duda que tengas porque se la contó una noche al
oído Dios, o quizá un mago tipo Gandalf o Dumbledore, o un extraterrestre de lo
más alucinante con ganas de hacer favores. Los conocerás enseguida porque te
dirán que no preguntes más, que no te empeñes en pensar por tu cuenta, que
tengas fe ciega y que aceptes lo que ellos te enseñan.
Ningún filósofo auténtico te exigirá que creas lo que no
entiendes o lo que él no puede explicarte.
La filosofía es una forma de buscar verdades y denunciar
errores o falsedades que tiene ya más de dos mil quinientos años de historia.
Cada uno de los filósofos de los que hablaremos pensó sobre asuntos que también
te interesan a ti, porque la filosofía se ocupa de lo que inquieta a todos los
seres humanos. Pero ellos pensaron según la realidad en que vivieron, que no es
igual a la tuya: o sea, las preguntas siguen vigentes en su mayor parte (¿qué
es la verdad, la muerte, la libertad, el poder, la naturaleza, el tiempo, la
belleza?, etcétera), aunque no conocieron, ni siquiera imaginaron la bomba
atómica, los teléfonos móviles, Internet ni los videojuegos. ¿Qué significa
esto? Pues que pueden ayudarte a pensar pero no pueden pensar en tu lugar: han
recorrido parte del camino y gracias a ellos ya no tienes que empezar desde
cero, pero tu vida humana en el mundo en que te ha tocado vivirla tienes que
pensarla tú… y nadie más. Esto es lo más importante, para empezar y también
para acabar: nadie piensa completamente solo porque todos recibimos ayuda de los
demás humanos, de quienes vivieron antes y de quienes viven ahora con nosotros…
pero recuerda que nadie puede pensar en tu lugar ni exigir que te creas a pies
juntillas lo que dice y que renuncies a pensar tú mismo.
PARA PENSAR
1) ¿Qué
diferencias podés establecer entre las preguntas de orden práctico o cotidiano
y la pregunta filosófica?
2) ¿De
qué sirve estudiar filosofía de hace más de 2000 años?
3) ¿Por
ningún filósofo puede pedirte que creas en él?
4) ¿Por
qué nadie puede pensar por vos?
Es evidente que no puede dogmatizar el pensamiento en otros por los avances mencionados, es decir, mi pensar, pero ¿si un camino de pensamiento? Sin embargo, todas esas pautas indicadas necesariamente tuvieron que ser pensadas y refutadas por muchos autores y así hasta la fecha, producto del pensar, fin de la filosofía, en suma pregunto ¿no acaso el fin de tu blog fue acaso el hacer inútil el estudio de la filosofía cuando para llegar a ello tuviste que haber pensado, analizado y refutado?
ResponderEliminarAcabo de descubrir la existencia de algo maravilloso! Gracias por tanto saber compartido !
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